domingo, 1 de noviembre de 2009

Nueva Ley de Asilo en España

Ley 12/2009, de 30 de octubre, reguladora del derecho de asilo y de la protección subsidiaria.

* Consta de seis Títulos, completados con ocho Disposiciones Adicionales, dos Transitorias, una Derogatoria y cuatro Finales.
* Entrada en vigor EL 20 DE NOVIEMBRE (momento en que se deroga la Ley de 1984)
* Plazo de seis meses para reformar el Reglamento de aplicación de la Ley

Artículo 1. Objeto de la ley.
La presente Ley, de acuerdo con lo previsto en el apartado cuatro del artículo 13 de la Constitución, tiene por objeto establecer los términos en que las personas nacionales de países no comunitarios y las apátridas podrán gozar en España de la protección internacional constituida por el derecho de asilo y la protección subsidiaria, así como el contenido de dicha protección internacional.

Artículo 2. El derecho de asilo.
El derecho de asilo es la protección dispensada a los nacionales no comunitarios o a los apátridas a quienes se reconozca la condición de refugiado en los términos definidos en el artículo 3 de esta Ley y en la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados, hecha en Ginebra el 28 de julio de 1951, y su Protocolo, suscrito en Nueva York el 31 de enero de 1967.

Artículo 3. La condición de refugiado.
La condición de refugiado se reconoce a toda persona que, debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, opiniones políticas, pertenencia a determinado grupo social, de género u orientación sexual, se encuentra fuera del país de su nacionalidad y no puede o, a causa de dichos temores, no quiere acogerse a la protección de tal país, o al apátrida que, careciendo de nacionalidad y hallándose fuera del país donde antes tuviera su residencia habitual, por los mismos motivos no puede o, a causa de dichos temores, no quiere regresar a él, y no esté incurso en alguna de las causas de exclusión del artículo 8 o de las causas de denegación o revocación del artículo 9.

Artículo 4. La protección subsidiaria.
El derecho a la protección subsidiaria es el dispensado a las personas de otros países y a los apátridas que, sin reunir los requisitos para obtener el asilo o ser reconocidas como refugiadas, pero respecto de las cuales se den motivos fundados para creer que si regresasen a su país de origen en el caso de los nacionales o, al de su anterior residencia habitual en el caso de los apátridas, se enfrentarían a un riesgo real de sufrir alguno de los daños graves previstos en el artículo 10 de esta Ley, y que no pueden o, a causa de dicho riesgo, no quieren, acogerse a la protección del país de que se trate, siempre que no concurra alguno de los supuestos mencionados en los artículos 11 y 12 de esta Ley.

Artículo 5. Derechos garantizados con el asilo y la protección subsidiaria.
La protección concedida con el derecho de asilo y la protección subsidiaria consiste en la no devolución ni expulsión de las personas a quienes se les haya reconocido, así como en la adopción de las medidas contempladas en el artículo 36 de esta Ley y en las normas que lo desarrollen, en la normativa de la Unión Europea y en los Convenios internacionales ratificados por España.

Artículo 6. Actos de persecución.
1. Los actos en que se basen los fundados temores a ser objeto de persecución en el sentido previsto en el artículo 3 de esta Ley, deberán:
a) ser suficientemente graves por su naturaleza o carácter reiterado como para constituir una violación grave de los derechos fundamentales, en particular los derechos que no puedan ser objeto de excepciones al amparo del apartado segundo del artículo 15 del Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales, o bien
b) ser una acumulación lo suficientemente grave de varias medidas, incluidas las violaciones de derechos humanos, como para afectar a una persona de manera similar a la mencionada en la letra a).
2. Los actos de persecución definidos en el apartado primero podrán revestir, entre otras, las siguientes formas:
a) actos de violencia física o psíquica, incluidos los actos de violencia sexual;
b) medidas legislativas, administrativas, policiales o judiciales que sean discriminatorias en sí mismas o que se apliquen de manera discriminatoria;
c) procesamientos o penas que sean desproporcionados o discriminatorios;
d) denegación de tutela judicial de la que se deriven penas desproporcionadas o discriminatorias;
e) procesamientos o penas por la negativa a prestar servicio militar en un conflicto en el que el cumplimiento de dicho servicio conllevaría delitos o actos comprendidos en las cláusulas de exclusión establecidas en el apartado segundo del artículo 8 de esta Ley;
f) actos de naturaleza sexual que afecten a adultos o a niños.
3. Los actos de persecución definidos en el presente artículo deberán estar relacionados con los motivos mencionados en el artículo siguiente.

Artículo 7. Motivos de persecución.
1. Al valorar los motivos de persecución se tendrán en cuenta los siguientes elementos:
a) el concepto de raza comprenderá, en particular, el color, el origen o la pertenencia a un determinado grupo étnico;
b) el concepto de religión comprenderá, en particular, la profesión de creencias teístas, no teístas y ateas, la participación o la abstención de hacerlo, en cultos formales en privado o en público, ya sea individualmente o en comunidad, así como otros actos o expresiones que comporten una opinión de carácter religioso, o formas de conducta personal o comunitaria basadas en cualquier creencia religiosa u ordenadas por ésta;
c) el concepto de nacionalidad no se limitará a poseer o no la ciudadanía, sino que comprenderá, en particular, la pertenencia a un grupo determinado por su identidad cultural, étnica o lingüística, sus orígenes geográficos o políticos comunes o su relación con la población de otro Estado;
d) el concepto de opiniones políticas comprenderá, en particular, la profesión de opiniones, ideas o creencias sobre un asunto relacionado con los agentes potenciales de persecución y con sus políticas o métodos, independientemente de que el solicitante haya o no obrado de acuerdo con tales opiniones, ideas o creencias;
e) se considerará que un grupo constituye un grupo social determinado, si, en particular:
– las personas integrantes de dicho grupo comparten una característica innata o unos antecedentes comunes que no pueden cambiarse, o bien comparten una característica o creencia que resulta tan fundamental para su identidad o conciencia que no se les puede exigir que renuncien a ella, y
– dicho grupo posee una identidad diferenciada en el país de que se trate por ser percibido como diferente por la sociedad que lo rodea o por el agente o agentes perseguidores.
En función de las circunstancias imperantes en el país de origen, se incluye en el concepto de grupo social determinado un grupo basado en una característica común de orientación sexual o identidad sexual, y, o, edad, sin que estos aspectos por sí solos puedan dar lugar a la aplicación del presente artículo. En ningún caso podrá entenderse como orientación sexual, la realización de conductas tipificadas como delito en el ordenamiento jurídico español.
Asimismo, en función de las circunstancias imperantes en el país de origen, se incluye a las personas que huyen de sus países de origen debido a fundados temores de sufrir persecución por motivos de género y, o, edad, sin que estos aspectos por sí solos puedan dar lugar a la aplicación del presente artículo.
2. En la valoración acerca de si la persona solicitante tiene fundados temores a ser perseguida será indiferente el hecho de que posea realmente la característica racial, religiosa, nacional, social o política que suscita la persecución, a condición de que el agente de persecución se la atribuya.

sábado, 3 de octubre de 2009

Las fronteras también son mentales

Por Manuel Antonio Velandia Mora[1]
España, septiembre 26 de 2009

Más que seres lógicos, somos seres emocionales que actuamos y algunas veces pensamos. Las emociones son supremamente importantes, porque dependiendo si nos movemos en la emoción del amor, del odio o de la indiferencia, las relaciones que establecemos son bien diferentes.

Cuando llegué a España como resultado de un atentado contra mi vida y de amenazas de muerte que se extendieron también a mi familia, lo primero que sentí fue la necesidad de quitar de mi vida el odio, si este existía. Es verdad que me resulta difícil amar a quienes en su falta de amor se atrevieron a lanzar una granada contra mi residencia, pero por lo menos he podido lograr que en muchos momentos de mi vida me sean indiferentes. Ello no quiere decir que me haya hecho menos crítico o menos combativo; es más, me he hecho más radical, aun cuando también he logrado ver las cosas con más tranquilidad y menos vehemencia.

El tiempo pasa y las estaciones cambian tan rápido que aun no me acostumbro a ellas. Dos años y medio en espera es mucho tiempo; este es el tiempo que ha pasado desde el día en que aceptaron en España mi caso de solicitud de asilo político y por discriminación sexual.

La primera disyuntiva fue decidir si vivía en un centro de apoyo para refugiados de la Cruz Roja, junto a otros solicitantes, u optar por vivir sólo, sin esa ayuda, y buscarme mis propios medios. Es difícil pensarme en un espacio compartido con muchas personas, con poca intimidad, comiendo siempre a la misma hora y esperando que todo suceda por decisión de otro. Es mi caso vivir en un refugio luego de haber vivido en mí propio espacio hubiera sido muy difícil, en efecto yo decidí buscarme mi propia subsistencia, a pesar de que mis ahorros se gastaban a una velocidad tres veces mayor a lo que era mi gasto cotidiano en Colombia, bueno la vida es mucho más costosa si pensamos en el precio de las cosas desde nuestra moneda. Es muy difícil empezar a pensar en euros si no los ganas.

Creo que el acierto más importante fue solicitar a la Universidad del País Vasco que me aceptaran como estudiante en el doctorado en psicopedagogía y que me hubieran dado el sí.
Estudiar ha sido una importante decisión, no sólo porque continuaba con parte de la cotidianidad de mi existencia, sino además porque me permitía estar ocupado y olvidarme por momentos de la soledad, el aislamiento y el dolor que me causaba dejar los míos (familia y amigos), mi casa, mis cosas y reducir mi vida a lo que cupo en dos maletas.

No dejé de sentirme triste, aun cuando luego de los primeros meses no lloraba sino cuando alguien me preguntaba sobre las razones para estar viviendo o estudiando en España y tenía que relatar parte de esa dolorosa historia de discriminación que me condujo a tomar la decisión de huir de Colombia.

El momento más triste que recuerdo de mi vida en España sucedió en Bilbao, al ir a CEAR – (Comité Español de ayuda al Refugiado) para solicitar su apoyo para presentar mi caso de asilo político y por discriminación sexual. Ya de por sí la mañana lluviosa me tenía algo cabizbajo cuando encontré en la calle, camino a CEAR, un gato tan negro como Menina, a quien tuve que dejar con mi ex–mi-amor, su padre putativo.

En la sede del Comité estaban haciendo algunas refacciones locativas y se vieron obligados a atenderme en la cocina, un espacio significativo para mí porque años atrás había descubierto que ese era el mejor espacio para dar apoyo emocional a quienes acudían a mí buscando ayuda. La abogada que me atendió con celeridad, respeto, ternura y sobre todo con mucho conocimiento me invitó a tomar café antes de hablar. Tomar café, es una excusa, un rito que es el punto de inicio de toda conversación con un amigo; un rito tan mío y de mi trabajo, que hacía parte del establecimiento del vínculo emocional con las personas a quienes servía en mi actividad profesional. Fue extraño que ella lo hiciera calentando el agua en el microondas, tal y como yo lo hacía; pero fue más extraño aún que lo hiciera en una taza similar a aquellas que compré porque me encantaba su color y su diseño, tazas que debí dejar como muchos otros objetos preciados y significativos por su historia.

Esa mañana lloré como nunca, lloré por la emoción que me generaban las coincidencias, lloré porque contaba con un hombro para hacerlo, lloré porque estaba junto a alguien quien comprendía plenamente mi historia, lloré porque me sentía sólo y aislado, gimoteaba porque mis gatas me hacían falta; pero sobre todo lloraba porque era un momento difícil: en ese instante estaba haciendo plena conciencia de que era un refugiado político, una víctima del paramilitarismo, de la incapacidad de algunos seres humanos para aceptar la unicidad de otros y el derecho que le asiste a Ser.

Intentar conseguir un primer trabajo fue muy difícil, además de que pasó mucho tiempo entre el momento en que me acerqué al INEM (Servicio Público de Empleo Estatal) para tener mi carné de desempleado y hasta cuando conseguí mi primer trabajo. En las entrevistas en el INEM y con la trabajadora social del Ayuntamiento me di cuenta que mi formación profesional no tenía ninguna valides si no estaba homologada[2], que mi experiencia laboral no podía ser certificada en España y que tan sólo podría trabajar, según dicha entidad, en aquello para lo que estaba capacitado, siempre y cuando fuera certificado es este país; mejor dicho, en nada.

Intenté acercarme a las asociaciones LGTB (de Lesbianas, Gay, bisexuales y Transexuales). Mi primer acercamiento fue a Gehitu, una de las asociaciones LGBT de San Sebastián. Ellos se interesaron en mi caso, decidieron apoyarme. Me hice socio. Encontré una organización muy diferente a aquellas que había conocido en otros lugares del mundo. Mi explicación para esa diferencia se centró en el hecho de que al haberse conseguido en España el matrimonio para las personas del mismo sexo, parecía significar que se habían acabado las luchas políticas, sociales y culturales.

Desde mi experiencia como militarte gay, como sociólogo y como político sabía que el cambio de la norma no cambia las conciencias y menos las relaciones sociales, porque se requiere especialmente un cambio cultural y éste es el más lento de todos los cambios. Allí participé de una actividad social y cultural muy activa, incluso hice montañismo con tal de sentirme integrado; eso sí, después de bajar sentado una montaña y sentir morir de pánico en varias oportunidades, lo abandoné pronto porque el miedo a las alturas fue superior a mi deseo de socialización.

Otro momento muy significativo ocurrió el día en que presenté mi caso de asilo acompañado por la Cruz Roja y cobijado por Gehitu. Fui el primer caso de asilo para estas dos organizaciones en San Sebastián, así que conmigo se aprendía el proceso tanto legal como de acompañar emocionalmente; por esa razón tuve como apoyo a una abogada de oficio, para quien mi caso no fue un oficio más. Sentí en ella un interés genuino por conocer mi historia, porque mi relato se ajustara a la realidad, pero también porque yo no le bajara peso a las ideas que exponía. No me había percatado de ello, pero esta mujer me hizo darme cuenta que como alternativa al dolor había preferido el humor y relataba parte de mi historia encontrando en ella momentos lúdicos.

Yo comprendí sus razones, pero también sé que ante las amenazas de muerte pasé de ser una víctima pasiva a ser un escucha activo que reflexionaba con el vulnerador; por otra parte ante tanta violencia decidí bajar el estrés y decidí transformar las manifestaciones de sus crímenes de odio en actos de estética y creatividad. Fue así como inicié el proceso de hacer ramos de flores para adornar mi casa con las que conformaban las coronas mortuorias que me enviaban los agresores, incluso aprendí a disfrutar las estéticas entre “kitsch” y “naif” de las esquelas y sufragios que me enviaban a casa.

Igualmente sé que la abogada tenía razón: si otros no sienten el dolor o la emoción narrada en la historia, es probable que tampoco sientan la importancia que tienen los hechos y hasta que parezcan intrascendentales.

Este día me sorprendió la pregunta de un policía quien me increpó por solicitar asilo proviniendo de un país democrático como es Colombia. Le respondí que si algunos políticos españoles reconocieran quien es nuestro presidente muy seguramente no querrían quedar con él en la misma foto, pero que comprendía que era la diplomacia y la política internacional y por eso mismo sabía que la imagen de la democracia colombiana en el exterior no es la misma que vivimos muchos colombianos y menos la que poseemos quienes hemos sido víctimas, ya sea de la guerrilla, los paramilitares o de algunos agentes del estado que se toman atribuciones que no les han sido concedidas.

Luego se abrir la boca pensé en la necesidad de ser políticamente correcto, pero me tranquilicé pensando que es necesario que se conozca que hay otra Colombia en la que muchos somos víctimas de una guerra en la que no elegimos hacer parte.

La formación fue llenando mi tiempo, pero cuando vino mi primer verano me encontré con la necesidad de buscar una nueva vivienda; vivía en casa de uno de mis maestros en el doctorado. Visité a un colombiano que vivía en un pueblo cerca a Valencia y quien es el primer asilado político y por discriminación sexual es España. Durante dos meses viví en su casa y como pago le ayudé a escribir su historia de su vida como militante del M19, como victima de agentes de la policía y como asilado; su historia particular se unió en muchos momentos a la mía, pues incluso juntos trabajamos apoyando a menores que eran víctimas de la explotación sexual comercial en la zona centro de Bogotá.

No tener que asistir a clases me hizo repensar la idea de estudiar algo relacionado con salud, tema en el que se centraba parte de mi trabajo en los últimos 25 años. Aconsejado por una hermana solicité ser aceptado en el doctorado en Enfermería y cultura del cuidado en la Universidad de Alicante, solicitud que me fue confirmada. Esto supuso un cambio substancial en mi existencia, debía vivir entre Alicante y San Sebastián. Decidí que mi base sería el País Vasco y ser inmigrante interno por algunas temporadas en Alicante.

Me acerqué a DecideT, la Asociación LGBT de Alicante, me ofrecí como voluntario y algunos meses después me hice socio y fui contratado para trabajar en prevención por el poco tiempo en el que se ejecutaba un proyecto con hombres vinculados al trabajo sexual. Por fin me sentí plenamente realizado por estar estudiando y trabajando en los temas que más me apasionan; desde entonces he trabajado en prevención en diferentes proyectos, he hecho investigación en poblaciones vulnerables, he culminado en los dos doctorados los estudios avanzados e incluso obtuve una pequeña beca para poder dedicarme con más tiempo a producir teóricamente. Tengo la sensación de que mi vida retoma en buena parte su rumbo y que puedo hacer lo que yo deseo, lo que más me gusta y percibir un salario por ello.

Mi vida continúa entre Alicante y San Sebastián, entre el estudio y el voluntariado, entre la lectura y la escritura, continúa sin dejar de lado mi lucha política por los derechos de las minorías sexuales en Colombia y otros temas políticos que me convocan.

Me es extraño pensarme inmigrante, pero igualmente sé y siento que lo soy. Me veo como cualquier inmigrante afectado por la multiculturalidad, por la construcción de relaciones interculturales, por las leyes de inmigración, por las relaciones con mis coterráneos que no siempre tienen comportamientos ejemplares, por ser clasificado “latinoamericano” o “colombiano” y por el efecto de las lecturas amañadas sobre la latinoamericanidad o la colombiedad que muchos españoles tienen y que igualmente es alimentada por los medios, y por los propios colombianos y latinoamericanos.

Por supuesto vivo legalmente en España, puedo hacerlo durante el tiempo en que está en trámite mi asilo y además tengo un permiso para trabajar. La situación económica en el mundo no es la más boyante, pero las dificultades económica se viven aquí o en cualquier otro lugar del mundo.

Ser un inmigrante tiene algunas ventajas; en mi caso, por ejemplo, la posibilidad de hablar con la familia con más asiduidad de lo que lo hacía estando en mi país, otra es que la distancia se convierte en una ocasión para saber quiénes son verdaderamente tus amigos/as, y para construir nuevos vínculos afectivos, nuevos espacios de lealtad y complicidad; es también una oportunidad para conocer el mundo, otras culturas, otras maneras de vivir el cuerpo, las relaciones sociales y de lealtad, otras historias políticas, de pobreza, de discriminación y de desarrollo personal y social.

El aprendizaje más importante en esta nueva vida ha sido darme cuenta que las barreras mentales no apoyan mucho la convivencia con otras personas, la aceptación de otras culturas, el reconocimiento de otras maneras de emocionarse frente al mundo, tener otras explicaciones y experienciar otras vivencias.

He aprendido que esas barreras pueden derribarse en cuanto comprendemos que la gran mayoría de las veces ellos y ellas no actúan en contra mío, sino desde sus propias necesidades, posibilidades y expectativas, y que generalmente sus explicaciones son tan válidas como las mías. Sé que aun cuando parezca que estamos en la otra orilla, en verdad estamos del mismo lado, porque no logramos darnos cuenta que todos estamos frente a un mismo lago. He asimilado que el acuerdo es posible, especialmente cuando logro darme cuenta que en el fondo de toda disidencia también hay algunos elementos en común. No siempre es fácil, no siempre es posible, pero es maravilloso darse cuenta que a pesar de tanta diferencia e incluso de tanta indiferencia la convivencia solidaria y democrática puede ser una realidad.

Lo que no he podido aceptar en que algunos violentos sigan considerando que “tapar la boca con tierra” o desaparecer las personas es una forma de conciliar la contradicción. Me es difícil asumir que algunas personas no puedan aceptar que otras y otros vivan, expliquen o se emocionen ante la realidad de una manera diferente a esa que ellos consideran el “deber ser”, la verdad absoluta o la única respuesta posible.

[1] Manuel Antonio Velandia Mora es Sociólogo, Filósofo, doctorando en Enfermería y cultura del cuidado y en psicopedagogía. Actualmente se desempeña como Coordinador General de La Asociación DecideT y realiza un programa de prevención del Sida y las ITS con trabajadoras sexuales transexuales y travestis.
[2] El proceso de homologación es algo demorado, pasó año y medio entre el momento en que entregué todos los documentos exigidos y la resolución que me informaba que debería cursar tres asignaturas, que equivalen a cinco cursos, que actualmente tomo.

martes, 1 de septiembre de 2009

Autobiografia: El proceso de Manuel Velandia para hacerse marica o Una historia en primera persona del Movimiento homosexual colombiano

Manuel Antonio Velandia Mora España
junio de 2008
Este documento es el Anexo Nº 1 del Estudio autobiográfico descriptivo que explicita la experiencia-comprensión del proceso de transformación personal y social del autor, en el Movimiento Homosexual Colombiano, ubicándola en el contexto de cambio cultural y social de dicho país, con el fin de indicar-inferir cierta estructura que permita actuar educativamente. Realizado para obtener el Diploma de Estudios Avanzados.
Doctorado en Intervención Psicopedagógica.
Universidad del País Vasco, UPV, España.
Otorgado el 27 de marzo de 2009

Para acceder al texto completo de la autobiografia: http://manuelvelandiaautobiografiayarticulos.blogspot.com/2008/12/autobiografia-el-proceso-de-manuel.html

Nota bibliográfica: Todos los documentos que aquí se citan se hallan en el blog http://manuelvelandiaautobiografiayarticulos.blogspot.com

jueves, 30 de abril de 2009

Del vacío a la incongruencia: políticas de migración en Colombia

Por Manuel Velandia Mora[1], [2]
investigadormanuelvelandia@gmail.com

En la presentación del Foro internacional: “La migración en Colombia: un reto para el siglo XXI”, celebrado en Bogotá en julio de 2007, se afirmó que el fenómeno de las migraciones puede ser estudiado desde diferentes puntos de vista: por un lado, puede entenderse como el libre movimiento de personas, bienes y capital, en sociedades concebidas como estructuras abiertas, en que las personas tienen el derecho de tomar distintas decisiones con la legitimidad de construir sus propios proyectos de vida. Por el otro, como un acto casi forzoso, derivado en gran parte de la falta de oportunidades y la urgencia de satisfacer necesidades básicas como la salud, la educación, el trabajo y la seguridad, muchas veces proveídos ineficientemente por parte del Estado.

Es precisamente desde esta segunda perspectiva en la que escribe el presente artículo, en el que se reflexiona sobre los intentos colombianos por construir una política de migración. Los ejemplos que se utilizan se relacionan con la situación española y/o con la Unión Europea, pero debe comprenderse que en las últimas décadas tanto la migración a otros países, como la migración interna tienen raíces comunes en Colombia.

La migración ha sido un fenómeno universal y permanente. Con excepción de la inmigración española y la introducción de negros africanos durante los siglos XVI a XVIII, el territorio colombiano no ha sido receptor de grandes corrientes migratorias procedentes de Europa o de otros continentes.[3] En septiembre de 2007, se conocía que 3,3 millones de colombianos vivían en el exterior, de los cuales el 51,4% son mujeres.

Uno de los países que más población colombiana recibe es España, razón por la cual el tema migratorio ocupa la atención de las agendas públicas de ambos países. Tal vez el fenómeno más importante de las migraciones internas después de la llamada colonización antioqueña de finales del siglo XIX, la de quienes buscaban mejores condiciones de vida a comienzos del siglo XX y la de los emigrados de la “violencia colombiana” de los años cincuenta y sesenta del siglo XX, lo constituye, en los últimos años, el éxodo de “un país que huye” de los ejércitos en conflicto[4].

Los principales grupos señalados como promotores del desplazamiento forzado interno en Colombia, son los “esmeralderos, grupos de autodefensa, guerrilla, milicias populares, narcotráfico, organismos del Estado (DAS, Policía, Fuerzas Militares) paramilitares y terratenientes”[5]. El desplazamiento forzado interno es una de las manifestaciones de esta crisis, quizá la de mayor gravedad, no sólo por la magnitud que reviste (cerca de 2 millones de personas en 15 años) sino por el tipo de rupturas sociales, políticas y culturales que genera; por los interrogantes profundos que plantea sobre el sentido histórico y futuro de la nación colombiana y por la tendencia a la fragmentación social que conlleva.[6]

La política migratoria internacional colombiana tiene dos vertientes importantes para su construcción, por un lado la situación nacional, que demuestra un continuo y exponencial crecimiento de la migración, y por otro, la presión surgida por las políticas internacionales, que se endurecen en la medida en que crece la crisis económica mundial y específicamente, la situación de desempleo, y por consiguiente, las condiciones cualitativas y cuantitativas de los migrantes y las condiciones sociales, políticas y culturales que de ello se derivan para las fuerzas migrantes laborales.

Al incrementarse la crisis se disminuye el interés en salir del país tras mejores perspectivas económicas y de trabajo, pero se mantiene la tasa de quienes buscan satisfacer necesidades como la educación y la salud. En el caso de la seguridad, la inmigración en Colombia ha crecido constantemente y de manera exponencial con el actual gobierno.

La situación legal de la migración nacional y trasnacional en Colombia

Colombia ha sido en términos relativos, uno de los países suramericanos que menos promoción le dio al tema de la inmigración, durante la década de los 50, 60 y 70. En la década de los noventa, se inicia con una clara tendencia a la apertura y consolidación de las relaciones internacionales, cambiando la hipótesis del conflicto por el de la cooperación y la integración de países en bloques... La Constitución Política de Colombia, recoge esta tendencia y resalta el espíritu integracionista de la política exterior colombiana, buscando la complementación económica con el fin de optimizar la utilización y movilidad de los factores de producción, de alcanzar escalas productivas eficientes y estimular las inversiones encaminadas a un intensivo aprovechamiento de los mercados y de la capacidad competitiva en las corrientes de intercambio regional y mundial[7].

Para comprender qué sucede actualmente en el fenómeno de la migración a otros países debe recordarse que en Colombia se crea por el Decreto 1239 de 2003, la Comisión Nacional Intersectorial de Migración, como un órgano para la coordinación y orientación en la ejecución de la política migratoria del país. Que en los objetivos de la “Política Exterior Colombiana 2006-2010” se contempla la necesidad de diseñar una Política Integral de Migraciones. De tal manera que en el “Plan de Desarrollo 2006- 2010” se afirma que “el fortalecimiento de la política estatal migratoria constituye un elemento determinante como factor de desarrollo, por lo que es necesario potenciar en sus efectos positivos tanto en sus países de origen como en los de destino”, y que en el “Documento Visión Colombia 2019”, Capitulo 6, titulado “Diseñar una Política Exterior acorde a un mundo en transformación”, se ha contemplado como una de sus metas “Reforzar los vínculos con los colombianos en el exterior y favorecer sus aportes al desarrollo de la Nación”.

Política sin diagnóstico
Hacer una política de migración requiere una serie de conocimientos previos, que se deben basar en estudios realizados desde disciplinas como la economía, la politología, la filosofía, la antropología, la etnografía, la sociología, la educación y la historia. La principal falencia diagnóstica para hacer una política es que Colombia no re-conoce con profundidad la gravedad de la causa principal de la migración, de la que se derivan muchas otras; mucho menos conoce sus características y efectos. Colombia se halla en un conflicto interno, una guerra que ha incrementado los niveles de pobreza absoluta, que ha desvirtuado el uso del producto interno bruto y que ha destinado su uso al armamentismo, al pago de un ejército de delatores, y desestimado la función de la educación y de la salud publica.

Desde otro punto de vista, se considera que “La política antinarcóticos basada en la represión de los cultivos ilícitos lleva a nuevas formas de movilidad de estas economías y sus secuelas sociales hacia otros territorios de la región Andina, comprometiendo de paso la reserva ambiental multinacional del Amazonas.”[8] Sin el reconocimiento y diagnóstico, no se puede solucionar uno de los grandes problemas de base y mucho menos pensar en alternativas, pues estas se fortalecen con la validación de los planteamientos básicos de los derechos humanos, y el reconocimiento de las diferencias y las diversidades, principios de toda política incluyente, democrática y solidaria.

Frente al desplazamiento forzado en Colombia se han creado políticas que parecería que no viene al caso analizar en este escrito; sin embargo, los mismos argumentos de base que configuran la problemática del desplazamiento internacional son las que originan el desplazamiento interno y sus soluciones, pues en muchos casos los dos tipos de migraciones se imbrican como sucede en los desplazamientos forzados fronterizos.

La política que se traza actualmente en Colombia sobre migración tiene una serie de falencias que pretendo dar a conocer a continuidad.

Política sin objetivos
Una política de migración debe estar perfectamente encaminada a cumplir un objetivo concreto. La lectura de los documentos marco del “Programa Colombia nos une”, arriba citados, demuestra que no hay metas claramente definidas como tampoco un “norte” político claro.

Política sin principios éticos
Hacer una política de migración requiere de unos principios éticos, y sin el reconocimiento de la permanente vulneración de los derechos humanos e incluso de los derechos sexuales, al interior del país, es imposible construir una política interna coherente con la realidad nacional.

Política basada en el sentido común
La más sobresaliente de las falsas creencias que se fundamentan en el “sentido común” se relaciona con el nivel de formación de los migrantes colombianos. Se considera que el nivel educativo de los colombianos sobresale del de los demás inmigrantes latinoamericanos. Es evidente que sobresale no porque sea superior, sino porque los migrantes de otros países, especialmente del Área Andina, tienden a tener niveles educativos formales de formación más bajos. Sin embargo, este plus no determina que tengan acceso a trabajos de mayor rango, en especial porque no hay políticas claras de homologación internacional de títulos universitarios. A lo anterior debe sumarse que el desconocimiento de otras lenguas es una barrera infranqueable para muchos de los migrantes.

Otra falsa creencia tiene que ver con la “facilidad para integrar productivamente a la mano de obra” por medio de convenio de flujos de trabajadores migrantes, cabe destacar que, por ejemplo, la migración hacia España está relacionada con la agricultura (trabajo estacional) y la construcción, dos actividades actualmente en crisis, con efectos negativos especialmente para los migrantes. Estos, cuando luego de concluir su contrato, deciden quedarse entran en procesos de ilegalidad, por cuanto su traslado obedece a permisos temporales, situación que los conduce a trabajos a destajo, con baja remuneración.

Una última falsa creencia, entre las muchas que quedan por analizar, sería la del flujo de capitales y su incidencia en la economía nacional. Aun cuando es verdad que las remesas se venían incrementando, eso tan sólo es verdad para épocas pasadas, actualmente las personas cada vez menos pueden aportar capital a sus familias en Colombia y cuando lo hacen a pesar de la situación real económica y laboral en la que viven en los países a los que han migrado, se ven obligados a desarrollar trabajos de bajo nivel y de reconocimiento social y económico, actividades que muchas veces consideran denigrantes, y que realmente los son, porque en algunos casos deben recurrir a la prostitución y/o actividades ilegales, que afectan además su situación emocional, autoestima, auto y heterovaloración, y de paso terminan minando las relaciones familiares.

La situación del empleo
Veamos un caso sobre la situación de empleo. Los servicios públicos de empleo españoles alcanzaron a finales de marzo de 2009 la barrera de los 3,6 millones de personas sin trabajo. A finales de 2008, con relación a inmigrantes, en el sector de la construcción se registraron 70.701 desocupados (el 13,60%), en el Sector de servicios, 46.471 (2,69%) y en el Sector de la industria 27.725 (7,45%). El aumento del desempleo ha obligado a los nacionales españoles a aceptar empleos en los que realizan tareas que tradicionalmente no querían realizar y que eran dadas a los inmigrantes, como son los casos del campo y la construcción. Este ultimo uno de los sectores mas afectados por la actual crisis económica española provocando que un gran volumen de extranjeros se encuentre en paro (40% de nuevos parados). La Secretaria General de Empleo en España, Maravillas Rojo, afirmó que “el año 2009 será muy difícil, en la medida en que seguirá creciendo el desempleo, como consecuencia de la caída de la actividad productiva y del consumo". En lo que va corrido del año 2009 esta predicción se ha cumplido, superando los índices proyectados.

Interrelación, interafectación e interdependencia
Analizando sistemicamente la situación de la migración, puede decirse que el incremento en el número de inmigrantes es tan solo la emergencia, es decir el resultado de la interrelación, interafectación e interdependencia de una gran cantidad de situaciones que es necesario tener en cuenta, no solo a nivel interno, sino también a nivel internacional, especialmente en aquellos países a donde suelen desplazarse en mayor volumen, los colombianos.

Un aspecto determinante es la imposibilidad que tienen los países de cubrir la mano de obra necesaria, pues ello los hace atractivos para los migrantes como fuente de empleo. Mientras que la fecundidad continúe en descenso y la esperanza de vida en aumento, Europa se encontrará en primera línea del proceso de envejecimiento de la población a nivel mundial. Durante los últimos decenios, las tasas de fecundidad en Europa han descendido hasta una media de 1,4 hijos por mujer en edad de procrear. La población de 60 años o más representa hoy el 20 % de la población en Europa y, de aquí al año 2050, esta cifra llegará probablemente a alcanzar el 33 %.[9] En la medida que la población envejece se requiere de mano de obra y en consecuencia de migrantes que desarrollan aquellas actividades productivas que los mayores no pueden ejecutar.

Aunque las políticas de migración en la Unión Europea son la competencia primordial de los Estados Miembro, la Unión tiene un importante rol que jugar ya que fija el marco general. La UE, por ejemplo, ha sido criticada recientemente por la "Directiva de Retorno", que establece reglas comunes de deportación de inmigrantes irregulares. Además, los países que se encuentran en las fronteras de la Unión, como Italia, quieren compartir sus responsabilidades con otros Estados Miembro. Allí existe además la necesidad de encontrar una solución común, dice Kacim Kellal del Ministerio francés de Migración e Identidad Nacional.[10] La Unión Europea debería reconocer la importancia de la migración ya que los trabajadores migrantes ayudan a mejorar su funcionamiento y cada vez mas tendrá que reconocer tener necesidad de ellos.[11]

Las condiciones económicas que pueden tener los migrantes, determinan el bienestar y calidad de vida que estos pueden obtener, pero también las que esperan para sus familiares que permanecen en Colombia. La situación de la economía mundial ha cambiado las perspectivas para los inmigrantes y han planteado la contradicción entre las necesidades reales y la posibilidad de que inmigrantes europeos, provenientes de países que hace algunos años ingresaban como ilegales, puedan entrar actualmente de manera legal cambia las perspectivas para los latinoamericanos, en especial cuando se han creado recientemente políticas que favorecen la repatriación de inmigrantes.

En la zona del euro, los salarios y sueldos aumentaron en un 3,7% en el año hasta el primer trimestre de 2008. El Consejo de Ministros de España aprobó un importe del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) para el año 2009, que se ha fijado finalmente en 624 euros mensuales (1.872.000 pesos), lo que supone un incremento del 4% respecto a la establecida en 2008. En Colombia el salario mínimo para el 2009 quedó en $497.000 pesos, sin embargo, la inflación para los colombianos de estrato bajo fue de 8,99%, según el DANE. Las personas cuando emigran siempre tienen la idea de que obtendrán un trabajo, pero no tienen en cuenta que mientras no tengan un permiso de trabajo tendrán que laborar como ilegales y hacerlo con salario inferior, si a ello suman los cambios que se han generado con la crisis económica comprenderían, que en el momento actual las posibilidades de obtener un trabajo son cada vez menores. Por otra parte, el autor ha observado que las personas viven en condiciones de hacinamiento y con baja calidad de vida, especialmente por los costos de vida, pero especialmente porque prefieren sacrificar su bienestar en beneficio de la calidad de vida familiar, ya que son concientes de que cualquier aporte económico que logren preveer a su familia se multiplica por tres en Colombia.

Otro aspecto preocupante para quienes viven fuera de su país, incluso en países en los que se habla el castellano, es la interculturalidad. En España se hablan lenguas diferentes al español (Valenciano, Catalán, Euskera, Gallego y Aragonés); en las diferentes comunidades esos idiomas son igualmente oficiales, en tal sentido, para ciertos trabajos se requieren mínimos conocimientos de ellos. La falta de su dominio hace menos competitivas a las personas en empleos que las ponen en relación directa con el cliente. Pero la lengua no es siempre lo más determinante en la multiculturalidad, la manera como se vive en el cotidiano, la dieta alimentaria, el sentido del humor y cosas tan sencillas como hablar sobre sí de manera positiva (que se considera prepotencia) se vuelven barreras cotidianas difíciles de sobrepasar, que sin embargo determinan las posibilidades de construir relaciones interpersonales y que terminan siendo la razón por la que muchas personas deciden regresar a su país.

En la mayoría de países europeos el reconocimiento de los saberes se dificulta, mientras no haya habido homologación de títulos, se considera que la persona tiene un nivel escolar primario; la homologación de títulos puede demorar entre uno y dos años y generalmente implica tomar algunos cursos adicionales para alcanzar el titulo español. A ello debe agregarse que es difícil demostrar la experiencia laboral cuando no se ha oficializado un documento con el cual ello pueda comprobarse. Sin embargo también he observado que en aquellas situaciones en las que se desempeña una profesión de la cual hay una necesidad demostrada, por ejemplo profesionales de la medicina, la enfermería y la informática (sistemas), las personas logran ubicarse en mejores condiciones, especialmente si son contratados en el país de origen.

Falencias en la construcción de la política
Mientras en Colombia no se logre en las políticas de migración el reconocimiento de los anteriores aspectos, que son tan solo algunos de los que minan la posibilidad laboral, será imposible que las personas accedan a trabajos que no sean de bajo rango económico.

Tal y como ha sucedido siempre en otras temas, las políticas de migración de los países tercermundistas dependerán de la economía, de la necesidad de mano de obra barata y de las decisiones que sobre el tema se toman en el club de los países ricos.

La discusión de las políticas en Colombia debe alimentarse de lo que sucede en el resto del mundo, pero igualmente debe acompañarse de equipos interdisciplinarios e interinstitucionales de trabajo en los que participen las ONG de inmigrantes y migrantes, de Derechos Humanos, las que se orientan a situaciones derivadas de la migración ilegal, como también las conformadas por víctimas del conflicto armado, de la trata de personas.

Debe investigarse etnográficamente a los migrantes que han regresado por decisión propia y aquellos que fueron obligados a hacerlo; aquellos que optaron por quedarse y se vieron obligados a quedarse de manera ilegal o lo hicieron legalmente; los asilados políticos y por otras formas de violencia, como la sexual, ya que su conocimiento, experiencia y emoción son un aporte fundamental para hacer una política útil a los ciudadanos. Sólo con un estudio exhaustivo de la realidad y con el reconocimiento pleno de los orígenes reales de la migración, por ejemplo de que Colombia está en un conflicto interno, podrá el país aproximarse a la construcción de una política efectiva y congruente con las necesidades reales de los y las colombianos/as.

La participación de la sociedad civil
Velandia (2005) considera que la realización de los derechos, ya sea porque existe el riego de que estos se vulneren o porque ya han sido vulnerados, implica llevar a cabo acciones institucionales y poner en marcha mecanismos de protección que hagan posible la eficacia material de dichos derechos; es decir, su cumplimento efectivo y no sólo respuestas simbólicas que “ofrecen alternativas” que nunca se llevan a la práctica. Lograr acciones institucionales orientadas a la realización de derechos de las personas se hace posible en la medida en que cumplimos un “ciclo de política pública”. Se entiende que la política pública es la resultante del proceso que articula la participación y el diálogo de todos los actores involucrados con respecto al tema que la convoca; éste se considera prioritario por ser un problema entendido como socialmente relevante, luego de un análisis claro y realista sobre lo que existe y lo que al respecto es apropiado, en cuanto a la satisfacción de necesidades de la comunidad directa e indirectamente afectada.[12]

Velandia considera en el citado texto, que las políticas públicas se diseñan y construyen desde y con las personas, en un territorio determinado y con las posibilidades para de dar una respuesta efectiva a un problema determinado. Dicha respuesta puede o no es ser definitiva, pero posibilita la revisión o el diseño e implantación de acciones conjuntas con otras entidades públicas y privadas que cooperan en la búsqueda de alternativas.

Las condiciones en las que se desarrolla una política pública, según Velandia, deben estar dadas de acuerdo con las necesidades propias y particulares de cada población; es decir, desde un enfoque diferencial y de equidad. Comprendiendo que no es solamente la atención post emergencia –cuando ya se ha emigrado-, sino que parte desde generar las condiciones básicas para la realización de los derechos como fundamento de cualquier tipo de acción afirmativa. El fin del restablecimiento es intentar compensar las inequidades producto de la falla estatal en el deber de protección; en consecuencia, las acciones de este orden abarcan todo el ciclo de la política pública, diseño (que incluye el diagnóstico), desarrollo, implementación, seguimiento y evaluación.

Sin embargo, cuando el estado “investiga” suele relativizarse el diagnóstico a las necesidades del Estado, de ahí la importancia de crear y fortalecer un mecanismo de participación democrático e incluyente con la participación de todos los actores sociales, que le de vida a la política migratoria en todos sus campos, idea propuesta entre otros por la Fundación Esperanza. Los diagnósticos y las propuestas para el diseño deben construir consensos que se validen a través de iniciativas legislativas y del ejecutivo, capaces de dar respuesta al problema de la migración. Ya que “la sociedad civil ha estado ausente de la formulación de los planes y programas en temas migratorios, a pesar de contar con una valiosa experiencia en este sentido… Capitalizar la experiencia de las organizaciones en general y en particular de la sociedad civil permitiría además, contar con el valor agregado de estas organizaciones, por la confianza que pueden significar para los beneficiarios de los servicios, porque en ellas pueden buscar la representación de su voz, y por la acción complementaria y en algunos casos subsidiaria de la acción del Estado”.[13]

A principios del 2008 se conformó en Colombia la Plataforma Social Migratoria HERMES que agrupa a 17 organizaciones sociales, académicas, religiosas, sindicales, más un núcleo de personas vinculadas al tema migratorio, creando las bases para fomentar el dialogo político- social sobre el hecho migratorio y para liderar desde la sociedad civil iniciativas políticas que contribuyan a garantizar los derechos humanos, y el bienestar de nuestros migrantes y sus familias.

El peso de la sociedad civil debe ser tenido en cuenta si realmente se desea dar una respuesta integral a la problemática de las migraciones. Un ejemplo de la actividad desarrollada ha sido el documento suscrito por más de dos mil organizaciones sociales del mundo, rechazando abiertamente la Directiva del Retorno aprobada por el Parlamento Europeo, durante el Tercer Foro Social de las Migraciones, celebrado en España del 11 al 14 de septiembre de 2007.[14] En el Tercer Foro Social por las Migraciones que se llevó a cabo en la región de Rivas Vaciamadrid (España), los representantes de la sociedad civil expresaron su preocupación por la constante vulneración de derechos a los y las migrantes, especialmente en los países del Norte, además de exigir la voluntad política de todos los gobiernos para mejorar sus condiciones.

[1] Lo expuesto en este artículo es entera responsabilidad del autor, y no de la Fundación ESPERANZA. El usuario fue invitado a escribir en la edición de la Revista Migrante Nº7, por parte del comité editorial
[2] Velandia Mora, Manuel Antonio. Sociólogo, Master en Educación, DEA en Psicopedagogía.
[3] http://alhim.revues.org/index522.html
[4] Codhes –Unicef, Un país que huye. Desplazamiento y violencia en una nación fragmentada, Bogotá, 1999.
[5] Jaime Andrés Erazo et alter, “Diversas causas y costos del desplazamiento: ¿Quién los compensa?” Banco Mundial, Informe 2001, p.12.
[6] “Esta Guerra no es Nuestra”: Niños y desplazamiento forzado en Colombia, Codhes – Unicef, Bogotá, 2000 p.9.
[7] Palacio Betancourt, Diego (2007). Ministerio de Protección Social de Colombia. La política migratoria colombiana. http://www.icpcolombia.org/archivos/publicaciones/diego_palacio_discurso.pdf
[8] Codhes Informa. Boletín de la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento, Bogotá 7 de diciembre, 2000, No. 34, p.3-4.
[9] Asamblea Parlamentaria Europea. Retos de la política social en las sociedades europeas que envejecen. En: http://www.imsersomayores.csic.es/documentos/documentos/consejoeuropa-rec1591-01.pdf
[10] http://www.radio18-12.net/es/story/2008/12/union_europea_politicas_migracion
[11] Caroline Ausserer para Radio 1812. http://www.radio18-12.net/es/audio/2008/12/critica_politicas_migracion_europeas
[12] Velandia Mora, Manuel Antonio (2005). El trabajo en equipo y las políticas públicas: ruta para la garantía de derechos. En: Módulo 5. Parcela 3. La expedición se construye en Equipo. Bogotá: OIM/ Proyecto Fondo Mundial Colombia; Bogotá.
[13] Gómez Diez, Oscar (2008). Del olvido a la inclusión: Elementos para una política pública migratoria desde un enfoque de derechos Humanos. En: Revista Diálogos Migrantes Nº 1. www.revistadelmigrante.org
[14] Declaración del Tercer Foro Mundial de las Migraciones. En: Revista Diálogos Migrantes Nº 1. www.revistadelmigrante.org

lunes, 20 de abril de 2009

El infierno de ser colombiano y homosexual

Manuel Antonio Velandia Mora, de 50 años, acaba de cumplir dos viviendo en San Sebastián. No lo hace por gusto. Este filósofo, sociólogo, sexólogo y político colombiano lo hace exiliado.

Por tinta digital
Txema Santana

Manuel Antonio Velandia, de 50 años, acaba de cumplir dos viviendo en San Sebastián. No lo hace por gusto. Este filósofo, sociólogo, sexólogo y político colombiano lo hace exiliado.

Vive lejos de su país por su condición sexual. El asilo lo pidió por discriminación sexual, por amenazas a su persona y a su familia. Logró escapar a un atentado y pocos días después volaba en un avión hacia Madrid.

Escribe artículos semanales en la revista colombiana de tirada nacional Semana e intenta dejar sus ideas plasmadas, aunque esté el exilio, pero "no es como vivir allí ni molestan lo mismo". Su vida desde 2006 pasó de ser una ajetreada vida pública a todos los niveles y tener a una familia que le rodeaba a convertirse "en dos maletas" y un país ajeno, hermano, pero ajeno.

La odisea de Manuel viene de siempre, pero se acentuó a finales del siglo pasado. Entonces, "en 1998 apoyaba la preparación de un proyecto para la unión de personas del mismo sexo en Colombia". Después de un largo recorrido impulsando esta propuesta en distintos foros, Piedad Córdoba, ahora candidata al Premio Nobel de la Paz, le propuso presentarse con ella en el Partido Liberal. Manuel, valiente, aceptó.

Era la primera vez que se exponía a la votación popular. A pesar de que no consiguió el escaño que buscaba, recabó "muchos apoyos de distintos sectores y la población homosexual se vio representada". Continuó trabajando dentro del partido para que los homosexuales "fueran reconocidos como una minoría política ", una minoría que estaba siendo excluida. Piedad Córdoba, apreciando su buen trabajo, decidió apoyarlo para que se presentase al Consejo de Bogotá.

Al mismo tiempo, y sin dejar de trabajar, Velandia hacía la defensa en el Parlamento colombiano del proyecto para la unión civil de personas del mismo sexo. "En ese momento las amenazas fueron creciendo". Álvaro Uribe, actual presidente del país, "hizo lobby para que se votara en contra". Dijo que "la apoyaría siempre que no se aceptara la adopción". De repente el partido conservador entonó un discurso favorable, exceptuando el término excluido de la adopción. "Sería incongruente que, aunque fuéramos oposición, no aceptáramos lo que proponían, que era un avance", recuerda Velandia que se dijo.

El momento clave
Pero todo iba a cambiar. En aquellos momentos comenzó la investigación a algunos senadores y su relación con el mundo paramilitar. Álvaro Araujo, uno de los senadores de Alas, partido de Uribe, era el encargado de defender el contraproyecto del Gobierno a la propuesta del Partido Liberal. "Era vox populi que Araujo estaba relacionado con los militares", como posteriormente se demostró. Velandia se encontraba en Cali, "dando una conferencia sobre los derechos humanos y de los homosexuales". Entonces, en la ronda de preguntas, alguien cuestionó la defensa de Araujo, cercano a los paramilitares, del proyecto de unión de personas del mismo sexo. Velandia sentenció: "Si una persona que defiende a los asesinos va a defender mis derechos, prefiero que no lo haga y estos se sigan violando cada día". Las declaraciones de Velandia no tardaron en llegar a Bogotá.

Mientras se dirigía en coche hacia el aeropuerto caleño, Piedad Córdoba le llamó por teléfono. "Me están asediando los periodistas preguntándome por tus declaraciones ¿qué dijiste exactamente?". Velandia contestó y Córdoba estuvo de acuerdo. No había problemas, a priori.

Al día siguiente comenzó una vez más su infierno. Se tornó gris su vida en Colombia, su país. Tanto él como su familia comenzaron a recibir continuas amenazas y una y otra vez vino a su recuerdo que unos años antes una granada hizo explosión en su casa. "Que amenazaran a mi familia fue lo que me hizo tomar la decisión". Piedad Córdoba le recomendó que saliera del país, en una de las comunicaciones que recuerda con mayor tristeza.

Después de varios trámites, Velandia consiguió huir. La Universidad del País Vasco le aceptó en un doctorado y dado que la petición de asilo se iba a retrasar en el tiempo, de esta forma, siendo estudiante, iba a lograr poder salir con rapidez. "Ver que tu vida se convierte en dos maletas hace que el daño emocional sea más fuerte". CEAR y la Cruz Roja le dieron apoyo legal al llegar a España. Velandia reconoce que tanto para su familia como para él, es "un infierno" lo que están viviendo.

Otros casos en España
Sobre el cambio de la situación en Colombia hacia los homosexuales, Velandia no es optimista, al menos, "hasta que los paramilitares salgan del Gobierno". Dice que hay "una cuestión contradictoria: cuando más violación hay, más desarrollo teórico hay. La violación de los derechos hace que las personas reflexionen al respecto. La sociedad de Colombia está de acuerdo con un cambio, pero los partidos de la derecha lo frenan".

Velandia no está sólo. Al menos, según conoce él, hay tres casos más en España. El más sonado, el de Jhon Romero, un activista homosexual colombiano que logró escapar a España después de varios atentados. "No sólo llegamos de Colombia, también llegan a España procedentes de otros países de América Latina, del este de Europa y de África". Velandia dice que España es "un paraíso legal, pero la discriminación es un hecho social". Después de dos años de trámite para conseguir su asilo por discriminación sexual, éste parece estar más cerca. Aún no lo tiene en la mano. Velandia dice que "estaría encantado de volver a Colombia", pero a una "Colombia libre", mientras esto no sea así "no tengo la posibilidad de vivir en mi país". Así de duro.

Txema Santana es un periodista canario de la generación del 82. Ha vivido en Bilbao, Granada, Las Palmas de Gran Canaria, San Salvador y, ahora, en Guayaquil, Ecuador. Trabaja como freelance para poder seguir viajando, conociendo y escribiendo historias.

lunes, 6 de abril de 2009

Éxodo rosa

“Limpiaremos este país de maricas”. Bajo esta consigna, los grupos paramilitares colombianos mantienen a los homosexuales en su punto de mira. Tras sufrir atentados y amenazas, una decena de ellos escapó a España en busca de asilo.

Reportaje por: Danilo Albin
30/03/09


A sus 50 años, Manuel Velandia tiene una habilidad especial: sabe convertir una corona fúnebre en un ramo de flores. Lo aprendió cuando vivía en Colombia y se cansaba de recibir amenazas de las milicias ultraderechistas. “Cuando me preguntaban quién me había regalado ese ramo tan bonito, respondía que me lo había enviado un paramilitar que me admiraba”, recuerda. Hoy vive en España, donde se siente seguro. Al menos otros nueve homosexuales perseguidos por estos grupos han aterrizado en nuestro país en los últimos cuatro años, por seguridad. Cuatro de ellos –un gay, dos lesbianas y un transexual– ya han obtenido el estatus de refugiado.

En la lejana Colombia, los paramilitares siguen adelante con el objetivo de aplicar una “limpieza social” a fondo. Empezaron con sindicalistas y defensores de los derechos humanos. Luego incluyeron en su catálogo a gais, lesbianas y transexuales. Según los datos de Colombia Diversa –una ONG que trabaja a favor de las minorías sexuales–, entre 2006 y 2007 fueron asesinados 67 homosexuales. Dos décadas atrás, entre 1986 y 1989, se habían reportado 646 muertes violentas. La mayoría de estos crímenes fueron atribuidos a grupos paramilitares. “Las autoridades miran estos casos con prejuicios, y terminan responsabilizando a la víctima por sus relaciones”, afirma Marcela Sánchez, responsable de Colombia Diversa.

El último asesinato ocurrió el pasado viernes 6 de marzo en Cali, durante la realización de este reportaje. Ese día, el activista gay e integrante del Polo de Rosa –sector homosexual del partido izquierdista Polo Democrático Alternativo– Álvaro Rivera fue hallado atado a la cama, con el cuerpo reventado a golpes y los dientes arrancados. Fue el colofón a las innumerables amenazas telefónicas que había recibido. Desde hacía algunas semanas investigaba los elevados índices de asesinatos de gais y transexuales en su ciudad. “Estamos muy preocupados. El caso de Álvaro es un crimen de odio, y debe ser investigado como tal”, afirma Consuelo Malatesta, una activista lesbiana que militaba junto a la víctima en el Polo de Rosa. En un hito sin precedentes, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos exigió al Gobierno de Colombia que investigue este asesinato.

El refugiado homosexual Manuel Velandia, que por seguridad prefiere que no se revele la ciudad española donde reside, conoció al asesinado hace algunos años y a muchas otras víctimas. “Recuerdo a Samantha, una transexual a la que le pusieron un revólver en la cabeza y le dijeron que no volviera a pisar el barrio. Varias amigas suyas no tuvieron tanta suerte y fueron asesinadas”, destaca. Velandia lleva más de la mitad de su vida inmerso en estos colectivos. En 1976 fundó el Movimiento de Homosexuales, desde donde luchó por la despenalización de esta opción sexual. Fue el primer gay que salió del armario en la televisión y en las elecciones de 2002 se convirtió en el primer candidato homosexual a la Cámara de Diputados, aunque no logró llegar al Congreso.

En la noche del 1 de marzo de 2002, en plena campaña electoral, dos desconocidos arrojaron una granada contra su casa. El artefacto rebotó contra una malla colocada en la ventana y reventó fuera, provocando un cráter en el suelo. Los cristales de la zona quedaron hechos añicos, pero Manuel salió ileso. Tras aquel atentado continuó recibiendo coronas de muertos y sufragios, una especie de libro de condolencias utilizado en los funerales colombianos. Los regalos, que llevaban siempre su nombre grabado, se alternaban con llamadas intimidatorias: “Te vamos a matar, hijo de puta”. “Te vamos a tapar la boca con tierra”. “Pronto serás cadáver”. Son algunos de los mensajes. El Gobierno le asignó escoltas durante tres meses, pero a partir de entonces volvió a quedar desprotegido.

En enero de 2007 obtuvo un visado universitario y logró entrar a España como estudiante. Desde entonces duerme más tranquilo, aunque todavía está a la espera de la respuesta del Gobierno a su solicitud de refugio político. “A Colombia, hasta que las cosas no cambien, no podré volver”, confiesa. Lo mismo piensa John Jairo Romero, la primera persona que obtuvo asilo en España por su condición sexual. Tras haber pertenecido al extinto grupo guerrillero M-19 –hoy convertido en partido político– este colombiano de 44 años se dedicó a denunciar a los paramilitares que fusilaban travestis en las calles de Bogotá.

Su activismo le costó las primeras amenazas. Al igual que Velandia, recibía coronas de flores, esquelas y llamadas telefónicas. Entonces se refugió durante nueve años en Ecuador. En 2001 regresó a la ciudad de Córdoba, su lugar natal. Al poco de llegar fue amenazado por las milicias de Salvatore Mancuso, uno de los paramilitares más famosos del país. “Nuestras familias se conocían desde siempre, pero eso no valió de nada”, recuerda. Le dieron 48 horas para irse.
Romero llegó a España el 29 de diciembre de 2001. A mediados de 2002 pidió asilo político. Se lo otorgaron en 2004, y ahora cuenta con la nacionalidad española. En Colombia, sus familiares tuvieron que abandonar la ciudad por las amenazas. “Me han aconsejado que no vuelva ni de visita. Hay mucho miedo, y el Gobierno colombiano no está haciendo absolutamente nada”, denuncia.

El caso de Romero parece haber sentado precedentes: tras su obtención del estatus de refugiado, otras tres personas perseguidas por los paramilitares debido a su opción sexual consiguieron asilo. Se trata de Niyiret R. y Sandra C. –pareja de lesbianas– y de L., transexual, quienes habían sufrido amenazas y ataques por parte de los grupos armados.

Otros, instalados en el infierno, se niegan a tener que abandonar a su país. En Santander, uno de los barrios más violentos de Medellín, el periodista y militante homosexual Manuel Bermúdez sigue aferrado a la peligrosa idea de vivir en Colombia. En abril de 2002, varios hombres armados fueron a buscarle a su casa. Los milicianos se equivocaron de piso y golpearon la puerta de un vecino, lo que le permitió salvar su vida. “A los pocos días, el enlace en mi barrio de los paramilitares me confirmó que habían sido ellos, y me dijo que dejara de escribir artículos sobre ellos”, explica.

Algunos días antes de que intentaran secuestrarle, varias jóvenes que ejercían la prostitución en Medellín fueron asesinadas. Ahora, el crimen en Cali del activista Álvaro Rivera coincide con la aparición en distintas ciudades de unos panfletos anónimos con amenazas a prostitutas –incluyendo a transexuales–, drogadictos y ladrones. “Ya los tenemos identificados (…). Esta limpieza se necesita”, advierten. La portavoz de Colombia Diversa asegura que sus autores son paramilitares desmovilizados que vuelven a organizarse en las ciudades, haciéndose con el control de los barrios en los que cientos de transexuales ejercen la prostitución.

“Sólo” por repartir condones
Daniel y Marcos, una pareja que ha pedido proteger su identidad bajo estos nombres ficticios, frecuentaban uno de los lugares señalados por los paramilitares: Chapinero, el barrio gay de Bogotá. Acudían por las noches para repartir condones e información sobre el sida. Hace dos años, fueron increpados por un paramilitar. Luego comenzaron a recibir llamadas amenazantes. “Maricas de mierda, cierren el pico y dejen de trabajar con los del sida o les vamos a tener que enseñar a ser hombres”, les advirtieron en reiteradas ocasiones. Tras denunciar su caso ante distintas instancias gubernativas y policiales, Daniel y Marcos buscaron refugio en España. En julio iniciaron los trámites para pedir asilo. Tres meses después, la Oficina de Asilo y Refugio, dependiente del Ministerio del Interior, les respondió que la solicitud había sido rechazada debido a que no reunían el perfil de activistas: a ellos “sólo” les amenazaban por repartir condones. Tras ser asesorados por la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), han apelado esta resolución y están a la espera de una respuesta. A Colombia, aseguran, ni se les ocurre volver.

Fuente: http://www.interviu.es/default.asp?idpublicacio_PK=39&idioma=CAS&idnoticia_PK=56061&idseccio_PK=547&h=

jueves, 8 de enero de 2009

España: paraíso del refugio gay


Manuel Velandia Mora
España, Enero 2008

España se encuentra en el punto de mira de las organizaciones de minorías sexuales (lesbianas, gays, transexuales y bisexuales) en América Latina y el mundo, no sólo por las leyes de matrimonio de parejas del mismo sexo y la adopción (2005) y de Igualdad (2007) en la que género y la orientación sexual están protegidos, sino porque además es el primer país del mundo en proponer un Proyecto de Ley Reguladora del Derecho de Asilo y de la Protección Subsidiaria, en el que se cita expresamente la orientación sexual y la identidad de género como causa de asilo (diciembre 2008).

La Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), por medio de su responsable jurídico Arsenio Cores, ha informado que el número de solicitudes de asilo en España por condición sexual e identidad de género “ha tenido un aumento brutal” desde el 2003 y eso que aun no ha sido aprobado el proyecto citado.

Colombia es el país latinoamericano en el que hay una mayor vulneración de derechos a las minorías sexuales. John Jairo Romero Munevar, activista homosexual colombiano, fue el primero en obtener el estatuto de refugiado en España (junio de 2004); recientemente ha obtenido el estatus de ciudadano español. Después de él vinieron Niyiret Reinosa y su pareja quienes fueron igualmente amenazadas de muerte, siendo las primeras lesbianas colombianas en recibir similar estatus en julio de 2006; Manuel Antonio Velandia Mora -fundador del Movimiento homosexual colombiano- victima de un atentado con granada en contra de su vida y amenazado de muerte en diferentes oportunidades, presentó en febrero de 2007 su caso, que actualmente se halla en estudio.

Tras la difusión por CEAR y las organizaciones LGTB del caso de Romero, se ha incrementado el número de solicitudes de refugio y asilo de personas LGT. La oficina de Madrid de CEAR ha pasado de tener “uno o dos casos” en 2003 a cerca de 30 en 2008, en su mayoría latinoamericanos; hecho que se repite en las diferentes sedes de dicha comisión, siendo menor el numero de casos de personas provenientes de la zona subsahariana donde la homosexualidad es un tema tabú, o de países islámicos, que tienen una condición legal excluyente. Las asociaciones LGTB igualmente han evidenciado esta situación de derechos humanos y sexuales.

Las visitas a diferentes países y organizaciones, hechas por Pedro Zerolo del PSOE, Beatriz Gimeno expresidenta de la FELGTB Federación española de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales, y/o por otras liderezas y lideres españoles, ha apoyado el desarrollo de las discusiones sobre los derechos de las minorías sexuales y la implantación de políticas al respecto en America Latina y portugal, pero igualmente ha creado en muchas personas la fantasía de que el refugio y el asilo son fáciles de conseguir en España.

Sin embargo, las cifras dicen lo contrario: no es tan fácil lograr el estatus de asilado. De 6.946 casos resueltos por el Ministerio de Relaciones Exteriores, tan sólo 204 personas (3,1%) obtuvieron el estatuto de refugiado; otras 340 (4,9%) recibieron la protección complementaria a través del artículo 17.2 de la Ley de Asilo, que contempla una autorización de residencia y trabajo. Cabe destacar que no se suelen aclarar los motivos de solicitud de refugio o asilo, pero que igualmente no son muchas las personas GLT cuyos casos han sido aceptados para estudio, lo que explica por qué las cifras de inadmisiones son desconocidas.

Muchos casos no se aceptan porque las personas no pueden probar que realmente han sido victimas de atentados, violencias físicas, emocionales, amenazas de muerte, persecución, desplazamiento forzado, estigma, discriminación u otras formas de violencia homo, lesbo o trasnfóbica; también se rechazan porque las personas no conocen que el caso debe presentarse en el primer país al que la persona arriba a la Comunidad Europea.

Particularmente me he sorprendido de la cantidad de personas que solicitan información al respecto, y en especial porque muchas personas pretenden presentar casos -para justificar quedarse en la Comunidad Europea o en Estados Unidos con el novio de turno o porque en el país en el que se encuentran se les facilita “asumirse” G, L o T- aduciendo que son homosexuales o lesbianas victimas y justificando su historia en los hechos sucedidos a otras personas, aun cuando realmente nunca han sido perseguidos e incluso en su país de origen nunca hicieron el “coming out” de su condición sexual.

Cabe recalcar que la protección internacional se puede obtener por dos vías: el estatuto de refugiado, que se reconoce cuando se cumplen los requisitos de la Convención de Ginebra, y la protección subsidiaria, estatuto de protección cualitativamente inferior que se vinculaba a la apreciación de “razones humanitarias”.

El Proyecto español de Ley de Asilo equipara ambos estatutos en garantías y contenido, y, además, define en términos rigurosos a la protección subsidiaria al concebirla como aquella que se dispensa a quienes, sin reunir los requisitos de la Convención de Ginebra para ser refugiados, tienen motivos fundados para creer que, en caso de regresar a su país de origen, estarían en riesgo de sufrir daños graves como pena de muerte, tortura, tratos inhumanos o degradantes o amenazas en un contexto generalizado de violencia ante un conflicto armado internacional o interno.

En caso de ser aprobada, ésta Ley permitirá reconocer el estatuto de refugiado únicamente a quienes no ofrezcan dudas en su temor fundado de sufrir persecución por los motivos tasados en la Ley, circunscribiendo la protección internacional a sus exclusivos y exactos términos, e impidiendo que el asilo pueda utilizarse de manera fraudulenta por parte de inmigrantes económicos.