sábado, 26 de octubre de 2013

Comentarios a las “Ideas luego de un Evento sobre conflicto armado, reparación y sectores "LGBTI" de Fernado Serrano

España, Octubre 26 de 2013


Expreso mis comentarios a un post enviado por su autor Fernado Serrano, vía correo electrónico a la RCALGBTI, usando como medio su grupo Yahoo, escrito al que denominó “Ideas luego de un Evento sobre conflicto armado, reparación y sectores "LGBTI", texto que a continuación transcribo para posteriormente dar a conocer mis apreciaciones.

Hola:

Quiero compartir algunas reflexiones de interés para esta lista, resultado de mi participación ayer en el evento “Conflicto armado y reparación integral: como garantizo mis derechos”, en Bogotá, convocado por la Alta Consejería para los Derechos de las Víctimas, la Paz y la Reconciliación y la Dirección de Diversidad Sexual de la Alcaldía de Bogotá.

El evento hace parte de las paradojas propias al contexto legal y político colombiano. Por una parte, tenemos al Procurador que usa instrumentos constitucionales contra el matrimonio igualitario y por otra una ley, como la Ley de Victimas, que reconoce a las parejas del mismo sexo como sujetos de reparación. Mientras la guerra permanece, se recrudece y transforma en ciertas zonas del país, tenemos a la vez unos actores armados, haciendo unos acuerdos de paz de los cuales está excluida la mayor parte de la población. En su implementación, la Ley de Victimas ha incluido a los “sectores LGBTI” como parte de su enfoque diferencial, lo cual es un hecho excepcional en el desarrollo de mecanismos de justicia transicional, reconciliación y construcción de paz.

Por lo que entendí, Bogotá viene impulsando acciones no solo en términos de reparación individual sino también en reparación colectiva, como señala en la Ley. Otra vez, excepcional que se convoque a los “sectores LGBTI”  a esto, más teniendo en cuenta que con las nuevas solicitudes de la Corte Constitucional para incluir a las víctimas de las BACRIM en Ley de Victimas, se amplía el espacio de la violencia del conflicto armado a la violencia sociopolítica. Esto es una oportunidad única para que se discuta de manera más precisa las violencias que han venido afectando a las personas y organizaciones de los llamados sectores LGBT.

Sin embargo, el evento me deja algunas dudas que quiero compartir, mas sabiendo que iniciativas similares o relacionadas se están llevando a cabo o se realizarán en otras partes del país.

1. Este tipo de eventos parten de una lógica que problemática, que usa con frecuencia: las entidades exponen sus “ofertas de servicios” y se supone, o queda implícito, que con ello, las personas (ciudadanía, victimas, organizaciones) usarán tal oferta para reclamar sus derechos. No tengo que extenderme para señalar los problemas que esta lógica tiene, más en sectores sociales con una larga tradición de desconfianza ante el Estado por su propia acción contra ellos, junto a temas de vergüenza, estigma, riesgo de doble victimización, etc.

2. A la vez, se parte o queda implícito, que las personas o sus organizaciones,  han de tener un relato que empate con lo que ofrece: narrarse como “victima” en la lógica institucional. Si bien se puede dar, y de hecho ya hay casos de personas de los “sectores LGBTI” que han iniciado su proceso de reparación individual, sabemos que muchas otras personas están fuera del alcance de estos mecanismos y ofertas. Qué pasa con quienes han sido victimizadas por las violencias del conflicto y sociopolíticas pero no se ven como “victimas”? Más aun, que pasa con quienes han expresado durante años las violencias que han sufrido y el Estado ha permanecido silencioso al respecto? Dado que los oídos del Estado están ahora en la frecuencia “víctimas del conflicto” va el Estado a escuchar estas voces que desde hace tiempo vienen gritando en sus propias palabras las violencias que sufren?

3. El que en este caso se quiera avanzar hacia una posible reparación colectiva de las violencias vividas contra sectores LGBTI es un hecho de importancia histórica. Sin embargo, cómo se va a definir ese o esos sujetos colectivos a reparar así como los daños que han sufrido es algo que esta aun empezándose a considerar y que merece discusiones y reflexiones cuidadosas, basadas en evidencia y sustentadas en procesos que vayan más allá de una primera impresión o reclamación.

4. Si el Estado, bien a nivel nacional o regional, y bien en términos de reparación individual o colectiva a personas o sectores “LGBTI” quiere hacer algo al respecto, considero, que una acción fundamental es dar respuesta a la larga lista de denuncias, informes, demandas, y demás mecanismos que las personas y organizaciones de los sectores LGBT han hecho para dar cuenta de las violencias que han vivido. Existe información, desde, al menos, los primeros años de los noventa que el Estado ha ignorado conscientemente. El Estado Colombiano tiene que dar una respuesta tanto a los casos individuales como colectivos de “daño” contra estos sectores sociales, para así saber qué es lo que va a “reparar”. Y si como sucede con frecuencia, dice el Estado “no tener información” o “no conocer de casos”, lo cual no es cierto, puede entonces tiene que investigar para construirlos. Dicha acción no puede dejarse a la responsabilidad de las personas y organizaciones para “denunciar”, pues como los desarrollos legales muestran, el Estado ya reconoce que tales situaciones de violencia existen.

5. Puede suceder que dar esas respuestas sea en sí mismo, parte del proceso de reparación. Estoy de acuerdo. Como hemos visto ya en experiencias regionales de formulación de políticas públicas LGBT, ha sido necesaria la creación de los marcos de política para poder hacer líneas base y demás elementos que permiten saber cómo se avanza en dar respuesta a un hecho. En este caso, el orden lineal que suponen los modelos de planeación importa menos que los resultados que van produciendo acciones paralelas y, eso sí, coordinadas. 

6. En cualquier caso, las respuestas tienen que ser oficiales. No podemos seguir dependiendo de los esfuerzos personales y organizativos para documentar, construir informes y conocimientos. “Participación” no es hacerle la tarea al Estado, como hasta hace poco hemos venido haciendo.

7. Obviamente, la producción de tales respuestas oficiales va a ser motivo de conflicto y tensión. Habrá reacciones, insatisfacciones, lecturas divergentes, temas que queden fuera. Pero mientras no las haya, no es posible saber qué es lo que se va reparar ni habrá un punto de partida para avanzar o distanciarse.

Luego, vendrá el “cómo”, y eso será otro momento y traerá sus propios conflictos. Ningún proceso de reparación ha sido satisfactorio. La magnitud de los daños causados por las violencias no lo permite. Sin embargo, si de lo que se trata es de “reconciliación” pues la reparación es fundamental.

Gracias a las entidades y personas que han facilitado la creación de estos espacios. Mis mejores deseos en la tarea que han emprendido.

Fernando Serrano

Mi respuesta a dicha reflexión es la siguiente:

Como víctima del Conflicto armado que ha denunciado su caso y ha iniciado su proceso de reparación individual, proceso que además tiene reconocimiento internacional porque al concederme el asilo España reconoce que en Colombia hay dicha vulneración y continúa el riesgo, me queda perfectamente claro lo que dice Fernando Serrano y estoy perfectamente en acuerdo con ello.

Lo que te hace víctima no es reconocerte como tal sino haber sido sujeto objeto de un crimen de odio propio del conflicto armado. La homofobia/ lesbofobia, transfobia/bisexfobia internalizadas llevan a quienes la vivencian, al no asumirse plenamente como homosexual, lesbiana, trans o bisexual a comprender que la violencia de la que son sujetos “se la merecen” por ser transgresores del “deber ser” de la sexualidad y en especial, porque como dice Fernando Serrano, a la idea de victima hay que sumar temas de vergüenza, estigma, riesgo de doble victimización.

Si para obtener la reparación las personas deben denunciar los casos, entonces se hace necesaria una estrategia que les ayude a asumirse víctimas de un crimen de odio y en ello las organizaciones LGTBI juegan un rol de gran importancia; pero de todos es sabido que el alcance de dichas organizaciones es mínimo y en consecuencia un gran sector de la población que ha sido vulnerada no estaría cubierta por dichos derechos. La gran duda que surge y a la que habría que darle respuesta es ¿Cómo alcanzar a aquellos que nunca han sido los usuarios directos de los servicios institucionales LGTBI? Personas que por sus propias condiciones además están fuera del alcance de las instituciones oficiales encargadas de la reparación y por tanto de sus ofertas. Personas que son precisamente las que más se les dificulta construir un proceso de reparación individual.

Por otra parte, no todas las formas en que se manifiestan los crímenes de odio se entienden como tales, lo que significa profundizar conceptualmente al respecto para construir la argumentación en la cual soportar el proceso de comprensión e interiorización necesario para ampliar el ámbito de dominio de lo que se considera ser víctima, lo que seguramente entrará en contradicción con el relato construido desde la lógica institucional oficial al respecto.

Los crímenes de odio contra los homosexuales y travestis no son recientes en Colombia, ya en 1986 Amnistía internacional elaboraba un documento en el que se denunciaban más 600 asesinatos por parte de grupos de “limpieza social” en los inicios del paramilitarismo, en diferentes ciudades, y eso que la mayoría de los casos que se documentaron fueron los que  aparecieron en los medios masivos de comunicación.

La vulneración de derechos al interior del conflicto armado que vive el país no solo no ha cesado sino que se incrementa permanentemente, a lo que hay que sumar que en el conflicto ingresan otros actores sociales como el Procurador Ordoñez quien no solo no busca la reparación de los derechos de la población LGTBI sino además, cual inquisidor, quiere que otras personas bajo su sacrosanto reino, denuncien a quienes buscan sus derechos e incluso interpone tutelas para que los derechos de las parejas del mismo sexo se vulneren.

Más de tres décadas de vulneración suscitada por el conflicto armado han dejado algunas decenas de miles de víctimas directas en la población LGTBI y para muchos de ellos y ellas, en especial los que han sido desplazados y/o asesinados, sus vergonzantes familias prefieren olvidar o negar o incluso ni siquiera conocen los motivos reales de dicha vulneración.

Me preocupa igualmente si las organizaciones deben hacerle la tarea al Estado, pero por otra parte si quienes estamos de parte de las víctimas no documentamos los casos o como mínimo llamamos la atención hacia ellos, entonces cómo el Estado podrá reconocerlos, en especial si como ya se ha dicho, algunos ya no están vivos y otros ni siquiera sabemos que existen.

Manuel Antonio Velandia Mora