lunes, 21 de octubre de 2019

Morir lentamente... o el dolor del exilio.

En el Encuentro con población exiliada que ha retornado a Colombia realizado los pasados 11 y 12 de octubre de 2019, la Comisión de la Verdad se encontró en Bogotá con algunas de las personas que hemos retornado al país, para tener un primer acercamiento que permita conocer las causas y experiencias del exilio y sus impactos en el retorno. 

Al vernos forzadas a vivir en el exterior a causa del conflicto armado nos encontramos con que ninguno había pensado previamente en el exilio como posibilidad para su existencia. Sin embargo, la necesidad de la sobrevivencia nos llevó a tomar una determinación que trastornaron nuestra nuestra cotidianidad.


Se transformaron nuestras emociones, nuestras prácticas, como también las explicaciones sobre el mundo. Es difícil construirse en un nuevo territorio porque primero  llega el cuerpo y mucho tiempo después el cerebro. Son los afectos construidos en este nuevo espacio de vida los que más fácilmente llevan nuestra mente al nuevo territorio.


La carta que nunca me enviaron.

Son muchas las pérdidas, son muchas las faltantes, al principio son pocas las situaciones que nos hacen ser felices...

El sobre que me hubiera gustado recibir.
La comunicación es una de ellas, pero no siempre las personas nos dicen que nos aman o que les hacemos falta...

Cuando la separación corroe nuestra existencia
Vivimos con la ilusión de que llegue el cartero o que al menos un mensaje en una de las redes virtuales haga vibrar nuestro corazón...

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Morir lentamente

El exilio suena a dolor,
suena a llanto,
suena a tristeza,
suena a pérdida,
suena a reencuentro,
suena a nuevos caminos...

Tal vez, para quienes no han sido obligados
a abandonar su propio país
y a vivir en otro,
puede sonar distinto.

Cuando ya has construido la existencia
en un territorio diferente
y decides regresar,
te separas de los seres amados
rompes con los proyectos construidos,
trazas nuevas esperanzas
con las ilusiones fortalecidas
e inicias un nuevo camino.
¡Eso es el exilio!

Son las contradicciones de la vida misma.
Espero que nunca tengas que partir,
que alguna vez tengamos plenos derechos,
que todos valgamos lo mismo,
que no nos sigan asesinando
por amar distinto.

Manuel Antonio Velandia Mora, Bogotá. 21/10/2019