miércoles, 24 de octubre de 2007

Entre la autopermisividad y la heteroposibilidad

Por Manuel Antonio Velandia Mora

Un Estado es totalitario[1] en la medida en que restringe los derechos individuales

“… De una mujer se convencen todos los sabios de Egipto, para prueba de que el sexo no es esencia en lo entendido… …Estudia, arguye y enseña, y es de la Iglesia servicio, que no la quiere ignorante El que racional la hizo… … Vencidos, con ella todos la vida dan al cuchillo: ¡Oh cuánto bien se perdiera si Docta no hubiera sido!”
Villancicos a Santa Catarina de Alejandría. (Fragmento)
Sor Juana Inés de la Cruz

La salud es un de los espacios de las políticas publicas en los que mas discusiones se han dado en torno a los derechos sexuales de las minorías sexuales, desde la aparición de lo que se llamó GRID -Inmuno deficiencia relacionada con los gay- en 1982 y a lo que posteriormente se denominó Sida, la negación al ejercicio particular del cuerpo, de la sexualidad y de la autodeterminación ha sido frecuente.

Veamos dos ejemplos de ello: En New York una de las primeras respuestas a la posibilidad de una epidemia fue cerrar los saunas en los que sus clientes habituales eran hombres homosexuales; en Cuba se crearon sidatorios a los que fueron confinados los hombres homosexuales, sus parejas sexuales y en el caso de personas con una relación estable heterosexual inclusive a su pareja e hijos.

Cabe preguntarse si ese tipo de políticas contribuyó a la prevención o al control de la epidemia. La historia epidemiológica de esos dos estados con tan diferentes posiciones políticas en cuanto a la salud, su asistencia y prevención demuestran que no.

Por qué no, sería la pregunta que surge a continuación. Por que la única manera de acercarse a poblaciones cuya vida sexual se vive de manera clandestina debido a que no hay aceptación social, legal, política ni cultural de ella, es abordándolos justo en esos espacios en los que se vive la clandestinidad.

En Colombia casi al mismo tiempo y bajo la convocatoria de la enfermera Rosanna Alba de Rangel de la Secretaría de Salud de Bogotá se convocó a Manuel Velandia, cuatro años después de que este hubiera iniciado el GAI, Grupo de ayuda e información sobre salud y sexualidad, para apoyar desde su experiencia preventiva a la consolidación de un programa de Sida en Bogotá y en especial para una discusión en el Programa de epidemiología sobre la conveniencia o no de cerrar los bares y demás sitios de encuentro de la población homosexual como parte de una estrategia preventiva.

La respuesta rotunda fue que no y que se hacía conveniente crear un programa conjunto entre GAI y el equipo de salud. Se conformó el primer “Comité Interdisciplinario trabajando para la prevención del sida” en Bogotá y en Colombia.
Su actividad se realizaba en las tardes, los fines de semana, en los bares para homosexuales en Bogota. Fueron largas charlas en las que los seis profesionales, cada uno desde su saber, informaban a los asistentes sobre sus riesgos, la manera de prevenir la infección y las posibilidades asistenciales con las que se contaba en aquel momento. Estas charlas se fueron extendiendo en los siguientes años a estudiantes universitarios, equipo de salud, y carcelarios no solamente en Bogotá, sino además en otras ciudades como Medellín, Cali, Ibagué, Manizales, Bucaramanga.

Por la presión de las Enfermeras Rosanna Alba de Rangel y Esperanza de Monterroso de la Universidad Nacional de Colombia se creó en junio de 1987 el Programa Nacional de Sida, dependiente de la dirección de Epidemiología. Velandia fue invitado por Manuel Guillermo a trabajar en un incipiente Comité de trabajo. Este grupo desarrolló los esbozos de las primeras políticas en el país, siendo las primeras de ellas crear un comité epidemiológico interistitucional e interdisciplinario que dependiera del Programa Nacional; aliarse con los homosexuales, los dueños y los administradores de los lugares de encuentro de esta población por ser este el único espacio de acercamiento posible; y, no exigir la prueba diagnóstica a los turistas que visitan Colombia.

En las discusiones de lo dos decretos sobre sida en Colombia se decidió promover el uso del condón mas que la censura a las poblaciones vulnerables, de ahí que se creara el Consejo Nacional de Sida y los consejos departamentales y municipales, estos deben velar por la aplicación de la política en los diferentes niveles.

Una de sus funciones entonces es promover acciones pero además vigilar y sancionar cuando no se cumpla la norma, en tal sentido se viabiliza el Art. 17 sobre Difusión de Mensajes “…los cuales podrán incluir el uso del condón, la educación en valores y la no discriminación hacia las personas que viven con el VIH y Sida”, y el Art. 24 sobre la Disponibilidad de Condones, en el que se decreta que “…los establecimientos que ofrezcan facilidades para la realización de prácticas sexuales deberán garantizar a sus usuarios la disponibilidad de condones como una medida de prevención”.

Por supuesto cada vez que se busca crear una política publica en la que participe la población GBT, porque a las lesbianas no se les tiene en cuenta, se sigue discutiendo si cerrar los lugares de encuentro tiene sentido como igual se continua argumentando en otros contextos sobre otros temas álgidos en cuanto a los derechos individuales y el ejercicio de la autodeterminación como la aprobación o no de dosis mínimas de substancias psicoactivas o el aborto.

En estas discusiones aparecen posiciones que van desde el extremismo religioso a la total permisividad. Bien dice el dicho popular “ni tanto que queme al santo ni tanto que no lo alumbre”, quiero decir que no solo debe hacerse la exigencia de condones sino que además las organizaciones LGBT y los dueños y administradores de los lugares permisivos a cualquier tipo de encuentro sexual (no solo los no heterosexuales) deben apoyar las estrategias informativas, educativas y preventivas con su discusión, publicación y difusión.

Suele en las políticas públicas dejarse los contenidos de los diversos materiales a miembros del equipo de salud cuyo conocimiento de las poblaciones vulnerables y sus prácticas no les permite hacer un uso apropiado de sus lenguajes, practicas, emociones, experiencias y conocimientos. Olvidando que el diseño, implementación, seguimiento y evaluación de una política pública parte del principio y derecho a la participación.

Velandia[2] precisa que “la participación no consiste exclusivamente en permitir que otros y otras hagan, sino en especial en que se creen los mecanismos para alcanzarla y se logre de manera activa que las personas en la comunidad y en los demás sectores involucrados lo hagan y en consecuencia puedan apoyar la decisión sobre qué, quiénes, para quiénes, cuándo, dónde, cómo, por qué, para qué, con qué recursos, metodologías, herramientas e instrumentos se hace, además sobre las estrategias de seguimiento, evaluación y redirección y la producción de los informes correspondientes”.

La investigación epidemiológica ha aportado importantes contribuciones al reconocimiento de los factores directos de infección del VIH; sin embargo, poco o nada nos dice de los factores sociales, económicos y culturales que influyen en el comportamiento de las personas con respecto al riesgo.

Los modelos culturales como el propuesto por UNESCO/ONUSIDA dan cuenta de que el éxito de una política pública está precisamente en trabajar conjuntamente con aliados de los diferentes sectores entre ellos miembros de la población vulnerables viviendo o no con el VIH. En términos generales, un enfoque cultural del desarrollo debe cumplir dos condiciones, basadas en la definición de la cultura y el desarrollo, que pueden resumirse como sigue:

Velandia (2004) [3] considera que el desarrollo de debe basar en las mentalidades, las tradiciones, las creencias y los sistemas de valores de las personas y grupos sociales en un tiempo, sociedad y cultura determinados, por razones prácticas y éticas, en la medida en que estos factores pueden propiciar los cambios necesarios u obstaculizarlos si no se los reconoce correctamente, ya que forzosamente siempre interferirán con las medidas adoptadas.

Además propone que cuando se intente concertar con las poblaciones vulnerables, se hace necesario movilizar los recursos culturales de las poblaciones en cuestión a fin de obtener su apoyo, mediante la determinación conjunta de las necesidades, las medidas que han de adoptarse, los cambios necesarios en las mentalidades y los comportamientos que se deben transformar para alcanzar un desarrollo humano sostenible endógeno.

Ahora bien cabe interrogarse, por qué la población LGBT es una población vulnerable. Porque los grupos en situación de inferioridad social, cultural y económica son más vulnerables a muchas enfermedades, entre ellas el VIH/sida; en repetidas ocasiones se ha demostrado que las personas de salud frágil son más proclives a desarrollar el sida poco después de haber contraído el virus. En diversos estudios e informes se ha examinado el nivel socioeconómico y otros factores relacionados con el VIH/sida en países con escasos recursos.

Según su sexualidad el grupo más afectado por la epidemia del sida en Colombia es el conformado por los homosexuales y los hombres que tienen sexo con otros hombres HSH[4] ya que este grupo aporta el 51% de los casos. Grupos vulnerables son además los pobres, las mujeres, los jóvenes y las poblaciones en estado de desventaja socioeconómica cuando su marginalidad se cruzada con aspectos culturales como son los denominados “grupos culturalmente desestabilizados”[5].

Las condiciones sociales y económicas y las características culturales deben analizarse a su vez, primero en los distintos niveles de servicio (ejecución, coordinación, asesoría, desarrollo de políticas) y luego como conjuntos entrelazados de causas y efectos; de ahí la importancia de trabajar desde un enfoque que tenga en cuenta tales elementos.

De todas formas de nada sirven las políticas publicas y sus estrategias preventivas así sean muy de modelo cultural cuando se hace vida aquello de que “no hay peor ciego que el que no quiere ver” también es cierto que “cada cual, si le provoca, hace de su culo un candelero”. Dicho menos coloquialmente, al estado le corresponde proveer la información adecuada y cada uno decide como explica, vive y se emociona con su propia vida y sexualidad.

NOTAS AL MARGEN
[1] Losaregímenes e ideologías totalitarias tienen una visión monocrática del poder opuesta a la de las democracias o poliarquías. Se trata de un poder absoluto que alcanza todos los ámbitos y se manifiesta a través de la autoridad ejercida jerárquicamente.
[2] Velandia Mora, Manuel Antonio, Las ong: ¿La cuarta Epidemia del Sida? Fundación Apoyémonos. Mimeografiado. Bogotá. 1996.
[3] Velandia Mora, Manuel Antonio, Secretaria departamental de salud de Santander/ UDES. Colombia, Bogotá, Abril de 2004. Diplomado en Prevención de las ITS/sida y salud sexual y reproductiva. Modulo VI. Comunicación y promoción de la salud sexual y la salud reproductiva
[4] HSH son hombres que tienen sexo con otros hombres y que no de definen a sí mismos como homosexuales o bisexuales sino como heterosexuales.
[5] Son grupos culturalmente desestabilizados los migrantes, entre ellos se destacan las victimas del desplazamiento forzado; las familias desintegradas; los jóvenes en pandillas y otros miembros de subculturas urbanas, es especial los afectados por el consumo de substancias psicoactivas.

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