jueves, 17 de enero de 2013

Seis años de asilo o sobre cómo ser feliz a pesar de las circunstancias


Por Manuel Antonio Velandia Mora

España, enero 17 de 2013

No estaba en mis metas viajar para estudiar, hacía mis trámites para realizar un doctorado en Salud pública en la UN Bogotá cuando vino la amenaza de muerte a mi familia. No estaba buscando el amor, tenía una pareja constituida cuatro meses atrás. No estaba buscando mejorar la economía, era asesor del DANE, maestro universitario y hacía alguna que otra consultoría internacional. No estaba en mis metas viajar, ya había conocido 38 países y pronto viajaría al 39. No estaba buscando mejorar mi calidad de vida, esta era buena. No estaba buscando la felicidad, era feliz; tenía lo que quería, trabajaba en lo que me hacía sentir satisfecho conmigo mismo, tenía el amor y a mi familia cerca.

Pensar en ser refugiado político, en buscar el asilo no fue algo que yo tuviera en mente, es algo que llega de improviso cuando los que te aconsejan te dicen que es la mejor alternativa. La primera en proponérmelo fue Piedad Córdoba, me dijo que a mi podrían protegerme pero que a mi familia no, que podrían asesinar a algún familiar cercano y ella lo sabía por experiencia propia. Luego por recomendación de Gloria Inés Flórez Scheneider (en ese entonces mi alumna en Sociología) llegué al Programa No Gubernamental de Protección a Defensores y Líderes Sociales en Colombia, allí me brindaron apoyo emocional y reflexioné por primera vez sobre la búsqueda del asilo como opción real; ellos avalaron mi decisión y me apoyaron económicamente para mi sostenimiento en los tres primeros meses de vida en España.

En la búsqueda de alternativas se pensó que la mejor opción era solicitar el asilo estando ya en España; debí solicitar la entrada a una universidad como estudiante de un doctorado, gracias a la vida me respondieron positivamente muy pronto. Por ser época de fin de año era imposible obtener rápidamente la visa, así que decidí no comentar nada a mi familia hasta cuando fuera seguro el viaje y pasar esas fechas tradicionales en familia, solo mi ex-mi-amor Ricardo Molano, mi novio John Cárdenas y una gran amiga y cómplice (Yolanda) sabían la verdad.

Aterricé en España en las últimas horas del 17 de enero, sin maletas, las habían refundido en el aeropuerto en los Estados Unidos, en donde hice una escala de cuatro horas; solo traía conmigo una mochila y en ella la cámara fotográfica, el computador portátil y algunas otras bobadas. De Madrid viajé directo a San Sebastián, caía la nieve cuando llegué  a la ciudad luego de seis horas de viaje en bus, eran casi las nueve de la noche del 18 de enero. Caminé unas diez calles hasta la que sería mi vivienda; al día siguiente me encontré con el Maestro Orcasitas quien me acogió en su apartamento y quien informó dos días después que el lunes 22 ya debería estar en clase en la Universidad.

Luego de dormir toda la noche y buena parte del día me encontré con dos chicas colombianas; la una, Martha, era una monja que había estudiado conmigo en la Javeriana, la otra, Teresa, era amiga de Martha y también estudiaban en la Universidad del País Vasco, en el mismo doctorado al que yo estaba inscrito pero iban un año delante de mí. Ellas me consiguieron un abrigo prestado y yo debía gastarme mis primeros ahorros en comprarme zapatos y ropa para el invierno; era muy preocupante tener que invertir en esas cosas pues mis ahorros empezaron a volar tres veces más rápido que lo que hubiera sido en Colombia, aquí la vida es mucho más costosa.

El estudio me ocupó todo el tiempo, los cursos se habían iniciado en Octubre y ya habían terminado dos y uno tercero estaba en camino, así que debí ponerme al día. Era una ventaja tener tantas ocupaciones pues no tenía tiempo para entrar en crisis, pero cuando alguien me preguntaba por qué había decidido venir a España a estudiar, siempre terminaba llorando mientras daba la respuesta.

Un mes después de mi llegada presenté mi caso de asilo en san Sebastián (Donostia en euskera). Me asignaron una abogada de oficio que resultó ser muy eficiente. El problema fue que la manera en que ella relataba lo que yo le había informado sobre mi caso me sonaba tan grave, que yo mismo me sentía en terapia y no en asesoría jurídica. Antes hablé en Bilbao (a una hora en Bus de Donostia) con CEAR la Comisión Española de Ayuda al Refugiado, buscando acompañamiento para el caso y algún tipo de ayuda económica, pero debí desistir de encontrar apoyo de esa índole, pues la alternativa era irme a vivir a otra ciudad, compartir hacinamiento con personas provenientes de África con quienes por las diferencias lingüísticas sería difícil comunicarme y abandonar los estudios, que era lo único que me mantenía ocupado, además dicha alternativa era solo por tres meses prorrogables a seis.

Aun me duele cuando leo a personas que creen que uno por solicitar asilo se vuelve millonario, cuando sé de personas que deben vivir de las ayudas de Cáritas u otras entidades para poder comer o vestirse.

Rápidamente fui a Gehitu la organización LGTB de San Sebastián, allí me hice voluntario y les pedía abalar mi caso. No encontré mucho apoyo emocional, es verdad, pero lo entiendo, ellos pensaron en otros tipos de apoyo pero yo no necesitaba que recolectaran ropa, ni tampoco estaba tan mal económicamente como para que recogieran comida para mí. De todas formas sentirme miembro de una asociación LGBT fue un gran paso pues allí encontré amigas de verdad, gente con quien hablar, actividades culturales que me interesaban y me hacían más llevadera mi soledad.

En menos de un mes aceptaron mi caso para estudio de asilo, que fue presentado con acompañamiento de la Cruz Roja, CEAR y Gehitu; me dieron permiso de trabajo, algo que no es frecuente pues solo lo dan a los seis meses de estar en proceso; este documento me permitía vivir tranquilamente en España. Luego debí renovarlo cada seis meses, por tres años, hasta que me dieron el documento del asilo, el 07/04/10.

Los seis primeros meses pasaron rápidamente y en vacaciones de verano decidí en diálogo con mi hermana Ana Luisa, buscar ingreso en la Universidad de Alicante (UA) en un doctorado relacionado con salud que para mí resultaba mucho más interesante, pues yo ya tenía un máster en educación. Me aceptaron fácilmente y pude matricularme con la beca que me dio ella, para pagar el primer año. Como en la EHU Euskal Herriko Unibertsitateko (Universidad del País Vasco) ya pasaba al primer año de investigación y a terminar mi tesina pensé en vivir en Alicante.

En la vida todo va enlazado

La FELGTB, la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales de España organizaba con motivo del Día del orgullo un encuentro sobre la situación de los LGTB en Latinoamérica, así que me comuniqué con ellos quienes me informaron  que una chica colombiana lesbiana hablaría por Colombia. Le envié a Adriana Rodríguez un email, pocos minutos después ya estábamos hablando telefónicamente; coincidencialmente ella me estaba usando como fuente para su presentación.

No conocimos personalmente en Madrid en dicho evento. Allí me invitó a visitarla a su casa y quedarme unos días. Acepté la invitación buscando que coincidiera el viaje con la matricula en la UA. Ya en su casa, conocí a Angie Simonis, su esposa; ella dirigía DecideT Asociación de Lesbianas, Gay, Bisexuales y Transexuales de Alicante. En la visita convinimos en que al iniciar los estudios en la UA yo viviría con ellas, en un pueblito: La Vila Joiosa, mientras conseguía vivienda en Alicante.

Fueron cinco maravillosos meses acompañado día a día por Adriana y Angie, meses  en los que pasé de ser voluntario a coordinar la asociación y también obtuve mi primer trabajo con la FELGTB/Ministerio de Sanidad en prevención del VIH/sida con hombres trabajadores sexuales. Me pidieron quitar elementos a mi hoja de vida, pues por mi currículo deberían pagarme más. No fue un inconveniente hacerlo pues yo necesitaba trabajar y no tenía ni título profesional homologado ni experiencia de trabajo certificada en España, así que como persona que solo podía demostrar que sabe leer y escribir en Español y sin nada válido en este país para poner en el currículo, encontrar ese trabajo fue todo un logro.

Luego de trabajar con los chicos, obtuve otro contrato para hacerlo con chicas trans quienes también eran trabajadoras sexuales.

Mi vida transcurría entre San Sebastián y Alicante, realmente tenía vivienda en las dos ciudades y me hice muchos viajes de 10 horas en bus en cada trayecto, pronto aprendí a dormir sentado con la misma calidad con que lo hacía acostado; exceptuando la parada obligatoria de media hora en el parador turístico, en el que me bajaba para estirar las piernas.

Mi salario se iba en pagar viviendas, transporte intermunicipal y en comida; y mis ahorros seguían acortándose, pero por suerte con menos prisa que antes. Desde hace algo más de dos años vivo definitivamente en Alicante y solo viajo a Donostia de manera ocasional.

Terminé y defendí mi tesina en Intervención psicopedagógica en la EHU; luego realicé la tesina en Enfermería y cultura de los cuidados en la UA, lo hice con el apoyo de la beca del CEM Centro de Estudios sobre la Mujer de la UA, la cual gané en concurso en el que obtuve la mayor puntuación; en esta universidad  me matriculé para homologar sociología mientras hacia la investigación para mi tesis doctoral, fue un año de clase continua con estudiantes de primero, tercero y cuarto año, la ventaja fue que nueve de 10 maestros me eximieron de presentar examen.

Uno de ellos me ofreció una beca para hacer un máster en Gestión de las políticas públicas e Interculturalidad, la que acepté inmediatamente; así que en un mismo momento hacía tres tesis: dos doctorales y una de maestría, primero obtuve el doctorado en Alicante, luego el máster en la misma universidad. En horarios nocturnos, debido a los cambios de horario, daba clases virtuales los fines de semana en la Universidad Cooperativa de Colombia.

Actualmente como solo tengo algunas clases y escribo mi tesis de la EHU, he tenido tiempo para dedicarme al estudio de la fotografía, el photoshop y la edición de vídeo  He estudiado con grandes fotógrafos como Mira Bernabeu y Hannah Kolins, he tomado cursos con importantes maestros del arte y la producción de exposiciones; he realizado dos exposiciones de fotografía. Por otra parte, sigo con mis escritos semanales para la Revista Semana en Colombia.

Aquí he hecho radio (incluso para una emisora virtual en Argentina) y aparecido en algunos programas de TVE, también en los más importantes periódicos españoles como entrevistado o como autor de artículos enviados desde DecideT y en una entrevista en la revista Interviú.

Mi vida no ha tenido una gran ruptura con lo que hacía en Colombia, bueno durante los cuatro primeros años no pude salir de España y trabajar en Consultaría internacional pero aun así pude presentarme en congresos internacionales de manera virtual; ahora ya puedo viajar y lo he hecho; tengo una pareja con quien comparto muchos intereses (JC); he recibido la visita de dos hermanas y un hermano, también sobrinas (Nata y vero), una cuñada, Stellita, quien además se preocupa permanentemente por mi bienestar, y un cuñado (Juan); me han visitado amigos y amigas colombianos (Bunkerglo, Alvaro, Andrés Alberto y su marido Felipe, Andrecito, Gustavo, Edisson, Jhon en Cullera, Nancy Quintero y su hija Camila Galindo quienes me trajeron mi olla de hierro para hacer el arroz ¡con lo que pesa!), un ex-mi-amor (Molano) y tengo muy buenas amigos y amigas españolas, de algunos de ellos soy su "coach", otros fueron compañeros de clase y otros más, mis maestros y directores.

Para ser honesto he de decir que he descubierto que muchos que se decían mis amigos, realmente han desaparecido del mapa e incluso ni responden a mi saludo virtual; y que también otros y otras a quienes pensaba lejanos han resultado ser más cercanos y solidarios de lo que yo hubiera podido esperar. El Twitter y Facebook se han convertido en herramientas imprescindibles en la cotidianidad de los escritos y afectos.

Mi economía es de sobrevivencia, ya casi no tengo ahorros, pero Yufro, Ana Luisa y Tita han estado ahí cada vez que ha sido necesario y cuando no, también, porque con sus regalos y afectos he mejorado mi calidad de vida y podido hacer cosas que me gustan; son seis años de muchas salidas y muy pocas entradas, pero soy feliz, todos los días me siento alegre de vivir frente al mar, de ver por mi ventana los amaneceres y atardeceres, aún no he podido acostumbrarme a que estar en el Mediterráneo no es estar en vacaciones, pero aun así, esa idea de descaso me llena.

Nunca antes había hablado tanto con mi familia, no he dejado de opinar sobre lo que pasa en Colombia y espero poder integrarme fácilmente cuando regrese, por ahora no puede ser, aun me esperan algo más de dos años de asilo.

El asilo: un hecho político

En varias oportunidades me sugirieron que mejor pidiera la nacionalidad por arraigo, pero obtener el asilo era un logro político, una manera de demostrar que en Colombia se vulneran los derechos humanos y sexuales a las minorías sexuales, un reconocimiento, que al concederme el asilo, hace España  de dicha vulneración.

Yo no estoy en España por decisión propia sino por presión de algún o algunos miembros de los grupos paramilitares.

No puedo negar que de alguna forma esto ha mejorado mi vida o por lo menos mi currículo, pero yo no decidí venir a estudiar, a mí me tocó salir del país, por eso aun dudo sobre si ya es el momento de regresar; sé que las amenazas a otros líderes siguen siendo un hecho cotidiano, porque aún no hay plenos derechos y la iglesia y la extrema derecha nos siguen pensando sus enemigos y nos siguen teniendo en su mira por autorizarnos a opinar y si hay algo que tengo claro, es que no puedo permitirme callar.

Las heridas emocionales no se curan fácilmente, aun lloro al ver fotos, leer textos u oír a amigos y familiares, pero igualmente me agrada reconocerme emocional, pensarme útil en la lucha por los derechos, tal vez por ello ese reconocimiento que me hizo la Mesa LGBTG de Bogotá con el “Galardón León Zuleta por la Diversidad sexual y de género, 2010. Mención especial a la militancia” es un permanente llamado de atención a que la vida sigue y la lucha no para con lograr el derecho al matrimonio, porque aun pudiéndonos casar la cultura no cambiará por el cambio de la norma y entonces deberemos buscar alcanzar una plena consolidación social como sujetos de derechos, ciudadanos y personas.

1 comentario:

Ana-Luisa Velandia-Mora dijo...

Uno no se encuentra las cosas por casualidad, sino porque va andando por el camino adecuado. Tus logros son el fruto de tus conocimientos y experiencias previos a tu viaje a España, de tu voluntad de trabajar con ahinco, de que tienes múltiples intereses, de tu disfrute de las cosas pero sin apegarte a ellas; en fin son el resultado de lo que has hecho con tu vida, no son un regalo sin más ní qué.
Ana Luisa Velandia Mora