martes, 21 de junio de 2011

Refugiado y feliz

Se cumplen 50 años de celebrar el 20 de junio como día mundial del refugiado, la población de Colombia es la cifra de refugiados en el mundo, yo soy uno de ellos y a pesar de todos los cambios, soy feliz.
En el año del 50º aniversario del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, la Asamblea General de la ONU, con la resolución 55/76  de 2001, estableció el 20 de junio como Día Mundial del Refugiado.

El número de refugiados, solicitantes de asilo y desplazados en el mundo llegó a 43.7 millones de personas en 2010, la cifra más alta en 15 años, reveló un estudio del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

Un informe de la ACNUR revela que 80% de los desplazados han sido acogidos en países en desarrollo.  Del total de refugiados hay 27.5 millones de desplazados internos por conflictos armados. En Colombia son casi cinco millones de desplazados según cifras oficiales y reconocidas por ACNUR. 280.000 nuevos desplazados solamente en 2010.

Se denomina refugiado a la persona que debe abandonar a la fuerza su hogar porque la persiguen --así sea individual o colectivamente-- debido a problemas políticos, religiosos, militares o de cualquier índole. A pesar de que la definición de refugiado varía de acuerdo con la época y el lugar, la creciente preocupación internacional por la difícil situación de los refugiados ha generado un consenso general. La Convención de 1951 sobre el Estatuto de los Refugiados  (la Convención de los Refugiados), define a un refugiado como la persona que "debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas, se encuentra fuera del país de su nacionalidad y no puede o no quiere acogerse a la protección de tal país o no quiere regresar a él a causa de dichos temores..."

La definición, que es empleada por las Naciones Unidas, se sigue empleando mal, a menudo confunden a los refugiados con las personas que emigran por razones económicas.

Los desplazados internos, o simplemente desplazados, son personas obligadas a dejar sus hogares por alguna crisis, por ejemplo conflicto interno, como es el caso de los colombianos. Pero a diferencia de los refugiados, permanecen dentro de las fronteras de su país de origen.

La invitación a "ponerse en los zapatos de un refugiado " es un llamado a desafiar la intolerancia y la indiferencia hacia personas que para salvar su vida lo han perdido todo, menos que la determinación de volver a empezar.

Qué fue lo más difícil de llegar a un nuevo país
Sentirme lejos de amigos, de mi pareja y de mi familia. Hablar el mismo idioma pero otra lengua; el castellano que aquí se habla en la cotidianidad es bastante diferente e incluso algunos términos se usan con acepciones opuestas.

La discontinuidad en mis metas, tener que cambiarlas por la presión de las nuevas circunstancias me ha obligado a vivir con menos y disfrutar más, a dedicarme al estudio y cambiar mis prioridades:

No tener una memoria histórica que me uniera a la realidad sociopolítica y cultural española, no entender los intríngulis de la política, de los nacionalismos, de las lenguas minoritarias, te aleja del dialogo cotidiano.
Tener que construir nuevas relaciones y establecer nuevos vínculos es una de las situaciones que más te enriquecen, te das cuenta que no eres tan distinto y que es mucho más lo que tenemos de común que de diferencia.

Conocer una nueva cultura, sentirme extraño e ignorante en situaciones elementales de la vida cotidiana, desconocer ritos, costumbres, tradiciones te hace recuperar la propia cultura, querer compartirla, aprender de los autóctonos, crecer juntos.

Tener que homologar el título de la licenciatura para alcanzar el reconocimiento profesional, pues de lo contrario no puedes demostrar que has estudiado, se vuelve una prioridad que te quita mucho tiempo y te desgasta, pero que no se te homologue la experiencia laboral es aún más preocupante y también te obliga a construir aquí nuevas experiencias. Me he dedicado a estudiar, he terminado un doctorado en enfermería y cultura de los cuidados; estoy en las tesis de otro doctorado, esta vez en psicopedagogía, y de un máster en Gestión de las Políticas Migratorias e Interculturalidad.

No poder participar  desenvueltamente en política ni movimiento LGTB me hizo sentir lejos de la realidad, eso me obligó a hacerme voluntario, pero rápidamente obtuve un recogimiento que me llevó a coordinar una asociación LGTB.

Los ahorros traídos de Colombia se desvanecen muy rápido, tres veces más rápido. Pero a pesar de todos los cambios soy feliz, es maravillosos salir a la calle y no tener que pensar en cambiar cada día la ruta, la hora, poder salir con tus amigos, ir a lo que te gusta, poder expresar tus ideas y hacer lo que te llena de alegría. Por supuesto te faltan los amigos de siempre, los mimos de tus amigos y familia, la complicidad cotidiana, pero gracias a la Internet los espacios se hacen cada vez más pequeños y las palabras llegan en segundos.

CEAR Comision Española de Ayuda al Refugiado  y la Cruz roja española acompañaron mi caso de asilo en España , en Colombia lo hicieron el Programa No Gubernamental de Protección a Defensores y Líderes Sociales en Colombia cuyos voceros fueron José Luís Campo Rodicio, Gloria Inés Flórez Scheneider, Ludivia Giraldo y Javier Peña recomendaron mi salida inmediata de Colombia, avalaron mi decisión de solicitar asilo político y me apoyaron económicamente para mi sostenimiento en los tres primeros meses de vida en España.

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