jueves, 19 de julio de 2007

Testimonio de Manuel, desde España

Por: Sergio Cardenas secardenas@conexioncolombia.com
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Manuel Velandía conoció su primer novio a los 18 años. Era uno de sus profesores de sociología, un francés que era intelectualmente muy cercano a las teorías “sexpol”, es decir la relación entre sexualidad y política. Dos años después entró en contacto con León Zuleta, un escritor paisa y miembro del partido comunista. Manuel y León decidieron crear en 1976 el Movimiento Gay Colombiano, una de las primeras manifestaciones a favor de los derechos de este grupo.

Además de sociología, este santandereano estudió filosofía, lo que le dio la preparación académica suficiente para convertirse en activista por los derechos homosexuales y para empezar a meterse en política, junto a su trabajo de docente (Manuel tiene una maestría en educación). En el año de 1998, como miembro del partido Liberal y con el apoyo de Piedad Córdoba, presentó un proyecto de ley que se hundió en el Congreso: “Ese proyecto era demasiado ambicioso. Además de los derechos patrimoniales incluimos cosas muy audaces, como que el tema se tocara en la educación sexual de los colegios, y otras iniciativas que eran muy osadas”, afirma Velandia desde España.

Por la época en que se presentaba la ley, comenzaron a amenazarlo. Empezó a recibir llamadas y comunicaciones en las que además de notificarle que su vida corría peligro, lo insultaban por su inclinación sexual. Manuel no se amilanó, y en 2002, presentó su candidatura a la Cámara de Representantes por el partido Liberal. “Uno nunca cree que las amenazas sean verdad. A veces dan hasta risa y parece como si no fuera uno al que están amenazando”, cuenta Manuel. Pero el 1 de abril de 2002, mientras dormía con su compañero en su casa en Bogotá, desconocidos lanzaron una granada que afortunadamente no les causó ninguna lesión.

A raíz del atentado, Manuel confiesa que se volvió más frentero. Empezó a hablar más duro y a denunciar de frente lo que antes insinuaba. Le ofrecieron irse para Alemania o para Estados Unidos, pero no se dejó amedrentar y se quedó en Colombia. Dos años después, se lanzó al Concejo de Bogotá, y las amenazas reaparecieron con intensidad. Pero solo hasta 2006, cuando el proyecto de ley que se hundió hace poco estaba en discusión, las amenazas se tornaron contra su familia.

Abandonó su casa, y empezó a vivir en fincas y casas de amigos. Pero siempre lo encontraban. El miedo por sus hermanos, su mamá y sus seres queridos, lo venció: “Después de que yo dije que me preocupaba que senadores vinculados con la parapolítica defendieran el proyecto, empezaron a amenazar a mi familia. Por recomendación de varios políticos amigos y líderes sociales, que decían que el peligro era real, decidí abandonar el país,” dice. Decidió salir para España, donde se le concedió el asilo (Nota fuera de texto: realmente Velandia se encuentra en trámites para la obtención del asilo político y por orientación sexual).

Manuel no tiene una vida fácil. Homologar sus títulos es muy complicado. A pesar de tener una preparación académica alta, por su edad y la falta de certificación no le han ofrecido mucho trabajo. En Colombia era un intelectual y un activista. Pero lo único que le han ofrecido es un trabajo limpiando las zanjas de las carreteras. Dice que dejó muchas cosas y muchos seres queridos en Colombia. “El daño emocional es inmenso. Pero el daño económico es también muy grande. La gente cree que cuando dan el asilo, todo es un paraíso. El gobierno español ayuda, pero no todo es color de rosa.”

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